La medalla les sienta bien. Muy bien. Es la recompensa a tres años intensos, en los que se han sentido solas, desamparadas. Natalia Via-Dufresne (31 años) y Sandra Azón (30), subcampeonas olímpicas de vela en la clase 470, fueron ayer homenajeadas. Estaban felices, sobre todo cuando fueron felicitadas por jóvenes practicantes de su deporte, pero también cansadas. Y el desgaste no sólo es físico. Casi siempre han sido ignoradas por las instituciones y pidieron una profunda reflexión en el deporte español. Reflexión y, principalmente, más subvenciones.

"Espero que el Comité Olímpico Español nos tenga más en cuenta, valore nuestro trabajo y nos dé más ayudas. Detrás nuestro no sube nadie y tenemos que entrenarnos con chicos y con extranjeras", dijo Via-Dufresne, que ganó una plata en Barcelona-92, en la clase Europa. También recordó que los familiares de Rafael Trujillo, plata en la clase Finn, tuvieron que seguir la prueba desde el hotel porque no pudieron estar en el puerto.

Centro de alto rendimiento

Ahora, Natalia y Sandra quieren descansar, separarse y desconectar de la alta competición. En Atenas llegaron a insinuar que se retirarían tras la cita olímpica. Ayer sólo comentaron que querían participar en los Juegos Mediterráneos que el próximo año se celebrarán en Almería. Ni tan siquiera confirmaron que formarían parte del mismo equipo. "Me gustaría competir, con Sandra o sin ella, en los Juegos del Mediterráneo de Almería. La verdad es que no me he planteado ni con quién navegaré ni con qué barco", añadió Vía Dufresne.

"Hemos estado muchas horas juntas y, como todos los matrimonios, también hemos tenido malos momentos. Quiero disfrutar un poco de la vela, navegar en crucero o windsurf, y practicar otros deportes, como el esquí", desveló, con su eterna sonrisa de niña buena, Via-Dufresne.