Víctor Muñoz se quejó de que el mérito del tanto de Osasuna fue casi absoluto del Real Zaragoza, un gol muy doloroso porque impedía la victoria y porque llegó en el minuto 93,lo que hace una diana en contra especialmente sangrante. "Ha habido algún desajuste nuestro que tendremos que corregir", señaló al fnal del encuentro, una apreciación suavizada porque el desmadre defensivo se produjo por una cadena de errores general. La desatención afectó a todo el mundo una vez que De Las Cuevas arrancó y no frenó hasta batir a un Whalley desconcertado por la nulas ayudas de sus compañeros.

De las Cuevas realizó una jugada magnífica, muy suya, desbordando, buscando la pared y recibiéndola para, solo frente a la portería, establecer la igualada. Nadie supo cómo desarticular la acción porque se sucedieron una espectacular serie de abandonos de marcajes y de posiciones. Le concedieron todos los pasillos.

El gol del conjunto navarro nace de un saque de banda. De las Cuevas supera a Diogo y envía para Kodro, a quien Rico no persigue en la caída a banda del atacante. De las Cuevas sigue la jugada y recibe con comodidad dentro del área tras devolverle su compañero la pared mientras el lateral vuelve la cara de forma infantil. Cuando le llega la pelota, nadie sale a su encuentro, con Cabrera, Fernández y Adán acurrucados junto a su portero, y Diogo y Mario presentándose muy tarde a filas. La salida desesperada y tardía de Cabrera para evitar lo peor no evita el frustrante empate. El abismo en el área se puede calificar de sideral al margen del alto nivel de concentración que habían demostrado los futbolistas de Víctor Muñoz durante el resto del partido.

Hasta nueve jugadores, incluido el portero, defendía teóricamente la amenaza final de Osasuna en el tiempo de descuento. Ese desajuste costó dos puntos. El Real Zaragoza avanza y aprende. También tiene que corregir este tipo de lagunas colectivas.