Colorín colorado, el sueño de Europa se ha terminado para el CAI Zaragoza. Tenía que ganar por siete puntos al Besiktas y acabó cediendo el partido (77-79) sobre la bocina para poner fin a la primera aventura europea de su historia. 16 partidos, ocho victorias y ocho derrotas. Bagaje insuficiente para acceder a los octavos, donde sí estará el Besiktas, clasificado junto al Lietuvos en este grupo P. El CAI ha terminado fallando en casa, con aquella derrota inicial frente al Cedevita, lastre demasiado pesado, y con la caída de ayer, la definitiva, que fue en casa pero lejos. El equipo aragonés se quedó a un triunfo, a nueve puntos, de dar un paso más. Ahora tendrá que esperar, al menos, a la próxima temporada.

El Palacio de los Deportes no se llenó pero sí ofreció calor, color y ruido al CAI Zaragoza. El equipo y su afición estuvieron como en casa y crearon un buen ambiente. No faltó la charanga, no faltaron banderas aragonesas y zaragozanas, no faltaron los Inchas Lleons --algunos con adornos Disney--, no faltó el ánimo, los aplausos, para el equipo aragonés. Eso sí, el primer gran aplauso de la noche fue para Huesca, por su acogida, por abrir sus puertas al CAI en el exilio al que se vio forzado en su cita más importante del curso. Tampoco faltó la presión para el equipo rival, los silbidos para acompañar la defensa, convirtiendo el Palacio en una caldera, en una olla con más presión que la que habitualmente es el Príncipe Felipe.

El CAI se enfrentaba a una situación nueva. No solo debía ganar sino, además, hacerlo por siete puntos o más de diferencia después de que el lietuvos se impusiera al Cedevita en el otro parido del grupo, mientras que a su rival. que también se jugaba el pase, le valía incluso perder por menos de esos siete puntos de diferencia, los que había logrado en el encuentro de Estambul. El CAI solo estuvo cómodo en el segundo cuarto. El resto del partido no se hizo acreedor del triunfo ni del pase. Le faltó presencia interior y no tuvo recursos para parar a Lofton, señalado ya de antemano como el mayor peligro del rival.

EL BALANCE

En el último mes el CAI Zaragoza ha sabido imponerse en citas importantes, incluso fuera de casa. Venció en la Copa y ganó en Zagreb, choques a priori más difíciles que el de ayer. La oportunidad parecía única, en manos del CAI, aunque en ese extraño exilio al que se vio condenado. El ambiente fue favorable, pero el Palacio de los Deportes no es el Príncipe Felipe. No ha de servir como excusa, pero tampoco fue un punto positivo para el equipo de Abós. La cuestión es que se acabó Europa, que ya no habrá más partidos los miércoles, que el conjunto zaragozano puede centrarse ya única y exclusivamente en la Liga y en alcanzar el playoff. También tendrá que pensar qué hace con Shermadini y Norel ahora que se reduce el número de partidos y solo puede entrar uno.

La primera experiencia europea del club ha tenido sus aspectos positivos. Zaragoza ha recibido a equipos ilustres del continente como el Alba Berlín o el Virtus Roma. Ha ganado en grandes noches, ha superado la primera ronda y se ganó el derecho a soñar hasta el final con llegar a los octavos salvando el obstáculo de Zagreb. También, por supuesto, ha tenido sus cosas negativas. La entrada de los partidos ha tenido una media ligeramente inferior que en la Liga, al principio supuso un hándicap para la progresión del equipo, y ahora será el club quien tenga que valorar si la experiencia ha valido la pena o no desde el punto de vista económico.