Lo que pueda ocurrir esta tarde en el pabellón municipal de Melilla es una incógnita, una x por despejar en una ecuación que se complica por las prisas del calendario y la ansiedad de dos equipos que cada vez que se miran al espejo ven apariencias distintas. De un lado estará un conjunto, el local, cuya plantilla ha cambiado tanto de caras a lo largo de la campaña que es difícil identificar los cromos que maneja el técnico, Josep María Izquierdo. Del otro, un CAI Zaragoza sumido en una minicrisis de juego y resultados que le han alejado de las primeras plazas.

Conviene tener en cuenta que la fase regular llega a su fin (quedan cuatro jornadas) y que el CAI no sólo ha caído en picado al quinto puesto, sino que, prácticamente, ha dicho adiós a la posibilidad de ser primero o segundo, aunque los resultados de anoche le han vuelto a abrir la posibilidad de ser tercero o cuarto. Es casi imposible que alcance al Plasencia, del que le separan dos victorias más el básket-average , al Bilbao o al Menorca, con una victoria más y la batalla particular ganada; pero también tienen ventaja individual el León y el Granada, por lo que un empate siempre perjudicaría al CAI.

Las cuentas no son nada favorables para los rojillos, pero, al menos, pueden consolarse mirando el calendario, que les reserva tres enfrentamientos contra equipos que se juegan la permanencia y un cuarto con La Palma, inmerso en la lucha por el octavo puesto, además de guardarse para el final duelos directos entre los equipos que se juegan la cabeza. Pero la recuperación debe lograrse también pensando en los playoffs , para los que quedan menos de un mes (empiezan el 23 de abril) y en los que está prohibido fallar.

LA RECUPERACION La última derrota, cosechada en casa frente al Ciudad de Huelva, ha terminado de abrir las heridas de un equipo que, en lugar de cerrarlas, parece dedicarse a echarles sal. El bajón del equipo coincide con la baja de Lescano, que ya está a disposición de Julbe, pero tiene más que ver con la pérdida de identidad del equipo que con la ausencia del argentino. Apenas hay juego exterior y Otis Hill, aun siendo casi siempre el mejor, no puede ganar los partidos en solitario. Desde el banquillo tampoco llegan soluciones y hace semanas que se barajan nombres para sustituir a Lester Earl, aunque su baja puede no ser la única si el club incorpora a un pívot nacional y a un jugador de perímetro extranjero.

La primera piedra de los cimientos del equipo que ha de jugarse el ascenso debe colocarse esta tarde en Melilla. Esperar más sería demasiado peligroso, pero no porque pueda verse a priori perjudicado por los cruces de cuartos, sino porque puede enfrentarse al momento decisivo de la temporada sin ninguna confianza en su juego ni en sus posibilidades y, por tanto, en el ascenso.

Enfrente tendrá a un equipo que se parece poco al que comenzó la temporada. Varios cambios a lo largo de la campaña han afectado a la estabilidad de un Melilla que empezó codeándose con los grandes y que ahora está sudando la gota gorda para mantenerse en la categoría. El último refuerzo del conjunto ha llegado esta misma semana, el base catalán Ignacio Farré fichado del Cornellá de LEB 2 para sustituir al italoamericano Mike Wiatre.

Al CAI le espera un equipo agresivo, que apuesta fuerte por la defensa y que confía en salvar los muebles de la temporada en casa, donde ha de jugar tres de los cuatro partidos que restan, aunque este factor no incrementa la confianza de un conjunto que ha experimentado demasiados altibajos durante la campaña y que tampoco sabe bien qué aspecto ofrecerá ante sus aficionados. En medio de tanta incógnita, el equipo de Julbe debe empezar a encontrar la cara con la que quiere presentar su candidatura a la ACB.