Pasan las jornadas y el Huesca transita por la temporada como una frecuencia cardiaca. En casa, el pico de la onda está bien alto, con un equipo azulgrana explosivo, autoritario, aguerrido en defensa y, en varias fases, siendo un vendaval ofensivo. Fuera de casa, la onda va para abajo sin remedio hasta el momento. Y así camina el Huesca, manteniéndose en una posición de privilegio por su rendimiento en El Alcoraz y con el anhelo de que, al fin, los oscenses despierten a domicilio. Pero no llega ese momento.

Ese mal fuera de casa no es una cuestión puramente numérica, de rascar más puntos fuera para asaltar los dos primeros puestos. Muy probablemente, si Ibra no hubiera anotado en la última jugada del partido contra el Real Oviedo, el guion de la película cambiaría, pero no hubiera quitado que el Huesca mostrase una alarmante falta de ambición por cerrar el partido, un problema que empieza a castigar con dureza.

Los azulgranas perdieron el control del partido y ese es el preludio de la vulnerabilidad. El Huesca se protege con la pelota, mantiene el esférico y lo mueve como pocos equipos de la categoría impidiendo que el rival robe, propiciando que le entren dudas, que comience a arriesgar generando espacios para los hombres creativos del equipo. Pero ese gen, que sí que en casa está innato, no se ha sacado de allí más que en Alcorcón, donde los altoaragoneses sí que hicieron un encuentro digno de un aspirante real al ascenso a Primera.

«Tenemos que intentar darle solución a la continuidad en el juego, ser un equipo que domine más y que, aunque vayamos 0-1, seamos capaces de ir hacia delante», resaltó Míchel tras el empate ante el Real Oviedo. Ese es el reto, pero mientras tanto estamos en enero y siguen esos deberes pendientes.

En las dos últimas salidas el Huesca ha mostrado poco afán por finiquitar el duelo. Tentó a la suerte con un resultado corto, apenas se acercó a las porterías rivales y no se hizo dueño del balón. Los adversarios se crecieron y ya a la desesperada y sin nada que perder encontraron un premio que nunca debió llegar. Cuatro puntos que ya no volverán. Cuatro puntos que bien podrían valer estar a un punto del liderato de Segunda División.

El Huesca es el mejor local, pero también el octavo peor visitante con 12 puntos en otros tantos partidos. De la zona alta de la clasificación, solo el Girona, con 8 puntos, empeora sus registros a domicilio. Y por si fuera poco, es el sexto conjunto menos goleador lejos de su hogar (10 goles) de toda la categoría de plata.

Además es un problema que viene de lejos y que solo tuvo un inciso en Alcorcón. Desde la victoria en Extremadura (allá por septiembre), los azulgranas cuajaron malos partidos en Cádiz (1-0), Lugo (3-2), Tenerife (0-0), Fuenlabrada (3-2), Miranda (2-0), Elche (1-1) y Oviedo (1-1). Solo seis puntos de 24 contando el triunfo en Santo Domingo, números muy pobres.