Impotente, desquiciado en muchas fases del partido, ya no se sabe si por el exceso de presión o por la falta de ideas, el Barça vivió en Andorra un nuevo episodio que alimenta el infierno por el que transita esta temporada y cayó con claridad ante el equipo de Joan Peñarroya (102-92). Nada nuevo para los azulgranas, que suman seis derrotas en la Liga (18 entre ACB y Euroliga en 36 partidos), en una temporada que debía ser de reconstrucción y lleva camino de convertirse en una mancha negra en su reciente historia.

En la misma cancha que asaltó el ascendido San Pablo Burgos el pasado 6 de enero, el equipo azulgrana apareció como un equipo vulgar, al que no hay por dónde pillar, incapaz de competir durante muchos minutos y de plantar cara. Se ha convertido en un rival con el que todo el mundo se atreve y que solo cuando el partido estaba decidido, y ya a la desesperada, consiguió maquillar la diferencia, que llegó a ser de 24 puntos en contra.

Dejando de lado que acudió a la cancha andorrana sin Seraphin, del que se teme que su lesión en la rodilla le acabe llevando al quirófano, sin Moerman, Navarro y Ribas, la imagen de los azulgranas no puede estar más cuestionada a estas alturas de la temporada. En ese escenario, Sito Alonso se atrevió por darle bastantes minutos al joven Kurucs.

Octava victoria andorrana

El Morabanc Andorra, que sumó su octava victoria en la temporada, siempre encontró alguien que tirara del equipo y ofreció una espléndida imagen. El recién llegado Sané apareció con tres triples sin fallo en el primer cuarto y acabó con 17. Jaime Fernández (18 puntos) y Blazic (20) le tomaron el relevo y estuvieron a gran altura el resto del partido. Y, lo mejor, es que el equipo de Joan Peñarroya se aplicó en todo momento con la energía y la intensidad necesaria para desbordar a los azulgranas.

La defensa del Barça se descompuso ante los andorranos como si fuera de mantequilla: 33 puntos encajó en el primer cuarto, en el que concedió 19 puntos y empezó a gestarse el drama; 34 puntos encajó en el tercer cuarto, en el que dilapidó la mínima reacción que apuntó en el segundo parcial, yéndose al descanso con solo seis puntos de desventaja (45-39).

Solo acciones individuales

Pero tan sonrojante o más fue el rendimiento ofensivo de los azulgranas, que funcionan a base de impulsos individuales, como los que ofreció Heurtel en el segundo cuarto, intentando que el Barça levantara cabeza, pero es incapaz de imponer su plan de juego, de sacar ventaja de emparejamientos que debería ganar, que abusa del lanzamiento exterior y adolece de acciones interiores, que apenas saca faltas y regala tiros libres, que tiene problemas para asegurar el rebote en su canasta. Heurtel acabó con 19 puntos, Hanga, con 14, y Oriola, con 14.

El Barça es un equipo desesperante, que transmite pésimas sensaciones. Y que , solo de vez en cuando, ofrece una imagen solvente, la que debería corresponderse a un bloque de su potencial, y a la que se aferran sus responsables, esperando que, tarde o temprano, se produzca la transformación. Pero así van pasando las jornadas y la descomposición del equipo no para de hacerse evidente, igual que la desubicación de jugadores como Sanders, Tomic, Koponen o Claver que parecen cada vez más perdidos en la cancha conforme pasan los días.