Hoy hay juicio. La vista dará comienzo a las 21.00 horas y estará presidida por miles de personas. La Romareda dicta sentencia esta noche y señalará a los culpables de uno de los mayores fracasos en la historia moderna del Real Zaragoza. La temporada que debía devolver al equipo a la categoría que perdió hace seis años echa el telón hoy en el estadio municipal tras haberse convertido en un calvario. Una agonía. Una cruz. La suerte está echada para todos.

Jugadores, técnicos, patronos, presidente, director general, director deportivo y el resto de integrantes del club se someten al veredicto del zaragocismo, al que hasta hace apenas una semana el sofoco le cortaba la respiración. La salvación, conseguida la anterior jornada a pesar de la derrota en Málaga, permite, al fin, la entrada de aire fresco en los maltrechos pulmones de una afición cansada ya de contaminación.

Y eso que el partido llega once días después del anterior. Lejos queda aquel viernes 24 de mayo, cuando el Zaragoza jugó por última vez. La muerte del futbolista José Antonio Reyes obligó a aplazar un par de días el grueso de la jornada. Así que, entre el respiro por la permanencia, la felicidad colectiva por la continuidad de Víctor Fernández en el banquillo, el aplazamiento del choque fuera del fin de semana y el sosiego con el que, al fin, se afronta el encuentro, la protesta de La Romareda podría perder decibelios.

La útima puesta en escena en casa del Zaragoza queda envuelta en incertidumbre. Las dudas se refieren a si La Romareda señalará responsables del desastre y, en ese caso, a cuántos y a quiénes. No será sobre Víctor, el bueno de una película que, gracias al técnico aragonés, no ha acabado en tragedia. Víctor ha cumplido. Y con nota. Llegó para salvar al Zaragoza y lo ha hecho a falta de dos jornadas para el final y tras firmar números de playoff. A él se abraza un zaragocismo ávido de fe y esperanza. En estos momentos, Víctor encarna la ilusión. Es el pasado, el presente y el futuro.

Ahora mismo, Víctor lo es todo para los seguidores. Se lo ha ganado.

La continuidad del técnico en el banquillo y sus ojos encendidos cuando afirma que acepta el reto del ascenso han devuelto la sonrisa a una grada que, sin embargo, no perdona. Durante la temporada ha cargado contra jugadores, directiva y otros cargos de la entidad. Falta por saber si hoy, en la despedida de la campaña en casa, esas críticas arreciarán o la distancia facilitará el olvido y la parroquia opta por correr un tupido velo.

La permanencia permite al Zaragoza afrontar el partido sin temor a un ataque de nervios, pero el último partido en una Romareda ultrajada durante gran parte de la temporada obliga al conjunto aragonés a lograr un triunfo que mitigue algo el agravio. Está en juego la cantidad económica a conseguir en función del puesto final en la tabla y, sobre todo, el orgullo, también severamente castigado a lo largo de esta caótica temporada. Previsiblemente, Víctor mantendrá ese 4-1-4-1 convertible en 4-3-3 en ataque con Ros como único pivote en un once con la cantera como protagonista. Delmás, Nieto, Guti, Biel, Pombo y Soro podrían coincidir en un once en el que no estarán Zapater, James y Papu, ausentes de la convocatoria por sus respectivos problemas físicos.

Para el Numancia, en cambio, el duelo es vital. El cuadro soriano se juega la vida en un envite al que llega con el agua casi al cuello. Mantiene cinco puntos de ventaja sobre el Rayo Majadahonda, que visita Oviedo, y un triunfo de los madrileños, que en la última jornada disfrutarán de tres puntos seguros al estar programado su partido ante el expulsado Reus, les pondría en una situación delicada. López Garai no contará con el exzaragocista Oyarzun, el sancionado Escassi y Yeboah, con su selección.