Recoger el eco de su voz inspiraba un viaje imaginario en el tiempo, hacia otra época ya pasada. Pero la experiencia esotérica era ficticia. Víctor Fernández volvió ayer a pisar la Ciudad Deportiva siete años después de decirle adiós. Pero esta vez en su chándal no estaba incrustado el escudo del león. El emblema que resaltaba en su pecho era otro, aquel que identifica a la plantilla del Betis. El entrenador que llevó al Zaragoza a ganar una Copa del Rey y una Recopa visitó de nuevo la que fuera su casa, pero esta vez vestía los colores del enemigo.

Un antagonismo novedoso, una anécdota más, en la extensa carrera de Víctor. "Es una sensación especial poder estar de nuevo aquí. Algo raro. Desde que me fui del Zaragoza, si no recuerdo mal, no había vuelto a dirigir un entrenamiento en la Ciudad Deportiva", comentaba el entrenador aragonés, que hoy intentará amargarle la existencia al equipo de su ciudad en el partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey.

Medidas contra el frío

El contacto con el recuerdo no duró más de dos horas. Fue una visita fugaz, meramente profesional. Y fría, muy fría. "Hace una semanas estuvimos en Valladolid, pero aquí, os aseguro, que hace mucho más frío", comentaba un periodista sevillano embutido en su anorak. El termómetro no ayudó para crear un ambiente cálido en el recibimiento al ídolo. Pero las bajas temperaturas tampoco espantaron a los incondicionales de Víctor. Eso sí, todos bien protegidos por los gorros, las bufandas y varias capas de ropa para disipar el frío del cuerpo. Varias decenas de aficionados aragoneses, entre ellos bastantes niños, mantuvieron el tipo en la grada para poder cazar alguna foto o un autógrafo del que fuera su técnico en una de las épocas más doradas y celebradas del zaragocismo. Alegrías que no han caído en el olvido. El tirón de Víctor no se apaga aunque el tiempo quiera borrarlo.

A Víctor Fernández tampoco le están saliendo las cosas como él esperaba en su segunda temporada en el Betis. El equipo no termina de arrancar, vaga por el decimosexto puesto en la Liga. Una situación que cuestiona el futuro del técnico zaragozano en el conjunto de Sevilla. Tener el agua a la altura del cuello es una de las mejores formas de espantar los sentimientos. Por eso le será más fácil aún eludir el afecto que le une al Zaragoza. Hoy debe salir a ganar en La Romareda, como lo hizo tantas veces, pero en esta ocasión como visitante. "No es la primera vez que me encontraré en esta situación. Ya estoy acostumbrado", explicaba Víctor.

Adversario incómodo

Conoce bien a su rival y sabe que la Copa es una competición tolerante con todos los equipos y en la que el Zaragoza se siente cómodo. También lo sabe el Betis. Paradójicamente, el conjunto aragonés bajo las órdenes de Víctor tumbó a los sevillanos, entonces aún en Segunda, en las semifinales del trofeo de 1994, que finalmente levantaría el Zaragoza en la final ante el Celta. "El Zaragoza es un equipo con una gran tradición copera. Nunca le ha dado la espalda a esta competición. Además, no importa como estés en la Liga y el Zaragoza está acostumbrado a las circunstancias que rodean este torneo", declaró ayer Víctor tras finalizar un entrenamiento en el que incidió en la defensa presionante, una de las marcas autóctonas del fútbol de Fernández. El Betis y el Zaragoza saltarán hoy con equipos trufados de reservas. "Es normal en la Copa, pero el potencial de las plantillas de Primera hace que no se perciban estas variantes. Además, tampoco es que tengamos un once tipo", explicó el preparador aragonés.