—¿Cómo están anímicamente en el vestuario?

—Estamos fuertes pero un poco preocupados porque la dinámica no es la que queríamos al principio. Tenemos que estar unidos y confiar en el de al lado porque al final esto solo lo podemos sacar nosotros. Dentro de lo malo, lo positivo es que nos pase ahora al principio porque hay tiempo para revertir la situación. Tenemos que sacar el orgullo y la dignidad que tenemos dentro para sacar esto adelante por nosotros y por los aficionados.

—¿Cómo un equipo que en Oviedo arrasa y golea 0-4 acaba teniendo esta mala racha? ¿Qué les sucede?

—Es difícil decirlo porque cada partido es un mundo. En Oviedo hicimos un partidazo y en Almería jugamos bien, pero creo que tuvimos esa mala suerte y cambio de chip. A lo mejor hemos perdido la confianza en nosotros, pero tenemos que creer que somos buenos, porque si se empiezan a tener pensamientos negativos es peor.

-¿Cuando se acumulan tantos partidos sin ganar, ¿se reduce todo al nivel mental más allá de jugar bien o mal?

—Ahora sí que pesa más el nivel mental que el futbolístico. Estamos en esa dinámica en la que hagas lo que hagas no te sale nada. Cuando saquemos un partido adelante y lo ganemos nos vendrá la confianza en nosotros mismos.

—Alcaraz comentó que una victoria ayudaría, pero no lo arreglaría todo. ¿Opina igual?

—Necesitamos esa victoria sí o sí porque es el primer paso para salir adelante y lograr más triunfos. Nos dará alas y mucha fuerza para cambiar nuestro estado de ánimo.

—Muchas veces se ha hablado del proyecto a dos años que debe culminar en el ascenso. ¿Cree que es un error y que les pesa esa exigencia?

—Al principio estaba el objetivo de ascender, pero a día de hoy es innegociable pensar en ello. Hay que ir partido a partido, ir a muerte a por el próximo rival y olvidarnos de la clasificación y de que estamos abajo. No hay que mirar ni hacia arriba ni hacia abajo y sí tener calma porque es un vestuario joven, con muchos aficionados y presión. Creo que hay que abstraerse y centrarse en el siguiente partido.

—¿Estar en descenso les hace estar más nerviosos?

—La clasificación pienso que no hay que mirarla. Sabemos que estamos en una mala posición, pero no tiene que influir. Somos jugadores profesionales y si somos capaces de jugar arriba, también lo somos para hacerlo abajo. En las malas se demuestra el tipo de jugador que eres.

—El miércoles hubo conjura en el vestuario antes de empezar entre jugadores y con el técnico. ¿Qué hablaron?

—Que hay que estar unidos y fuertes mentalmente. Tenemos que ser una piña y tener humildad. También corregir errores individuales.

—Cuando acabó el partido ante el Granada se acercaron al Gol de Pie a aguantar el chaparrón de la afición por su cabreo. ¿Cómo lo vivió personalmente?

—No es bonito de ver ni que te digan cosas así. Ellos tienen razón, porque pagan su entrada o abono y sienten de verdad el escudo y nosotros somos trabajadores. Están en su derecho de decir lo que sea y a nos queda dar el máximo en cada partido y decirles que nosotros lo intentamos, que no queremos perder, pero la desesperación y el querer ver un triunfo hace perder los nervios a todos. Es un círculo vicioso.

—¿Qué tal con Lucas Alcaraz en estas primeras semanas desde su llegada?

—Es un entrenador muy táctico y bastante exigente. Necesitamos ese punto de caña y agresividad, porque nos falta en algunos partidos.

—¿Qué diferencias ha encontrado con Imanol Idiakez?

—Con Imanol el juego era más de toque, de sacar el balón jugado. Con Lucas es más de estar juntos y sin complicarse atrás. Es un juego distinto.

—¿Cree que apenas ha habido cambios con Alcaraz con respecto a Idiakez?

—Son decisiones que toman los entrenadores. Si cree que es el mejor equipo para jugar y los elegidos son los jugadores indicados, hay que acatar las órdenes y estar preparado. En mi caso no estoy encontrando esa titularidad que me haga coger la confianza y que necesita cualquier jugador, pero sigo trabajando.

—¿Hubiera sido diferente la película a estas alturas sin tantas lesiones?

—Desde el principio hemos tenido muchas lesiones y de gente importante. Cuando estemos todos dispuestos creo que vamos a ser más competitivos.

—Antes de destituir a Imanol Idiakez varios compañeros abogaron por no echarle. ¿Cree que hubo precipitación?

—A lo mejor sí que la hubo. En octubre ya echar a un entrenador… es complicado. Hay que dejar que se asiente todo un poco. En Zaragoza hay mucha masa social y creo que ha pesado mucho más eso que los malos resultados.

—¿Cuánto desestabiliza a un vestuario un cambio de técnico?

—Trastoca los planes, porque uno está acostumbrado a una manera de entrenar y de trato personal. Cambia totalmente todo y desestabiliza un poco, pero hay que estar preparado para todo.

—Por su relación con Idiakez, que fue su entrenador en el Toledo, ¿le fastidió especialmente su destitución a nivel personal?

—Me dio bastante pena, porque fuera de lo deportivo es un gran tío y eso a un jugador le llena, que tenga buena relación con todos jueguen o no.

—¿Entiende tanto empeño con el rombo siendo que este año de momento no está funcionando?

—Es una filosofía del club y si confían en el rombo, cada jugador debe estar preparado para ello. Tenemos que acatar las órdenes y jugar como plantea el entrenador. No es que no funcione. No nos están saliendo las cosas y ya está. A lo mejor juegas con otro sistema y sigues igual. Creo que es más cosa de los nervios que tenemos.

—Por sus características le vendría muy bien un cambio de sistema de juego.

—Juego mejor de extremo, pero si hay un rombo me adapto a jugar en punta o de lateral. En el campo es donde mejor se está.

—¿Qué vestuario se ha encontrado en el Real Zaragoza?

—Uno joven. Es bonito hacer piña cuando las cosas van bien, pero ahora se tiene que ver cómo es el vestuario. Estamos unidos y si seguimos así lo podemos sacar adelante. En el momento en el que unos cuantos se desvíen, estará jodida la cosa. Estamos con fuerzas para sacar esto, porque nos lo merecemos nosotros y la afición.

—Su trayectoria ha sido algo diferente a la habitual. Llegó a Segunda B en el Toledo y se fue al Rayo Vallecano sin pasar por filiales. ¿Es un camino más difícil y gratificante?

—No puedo hablar del camino que llevan los chavales que pasan por filiales, pero estando en uno todo se ve mucho más bonito y tienes más ayudas y oportunidades para que te vean. Si estás en un Segunda B que no tiene filial lo tienes más complicado. Exploté con Imanol y tuve la suerte de que me estaban viendo bastantes ojeadores. Fue un camino costoso, pero muy gratificante.

—¿Qué pasó con el Rayo Vallecano? Desapareció de las alineaciones en la segunda vuelta.

—Me ofrecieron renovar, pero no acepté esas condiciones. A partir de ahí Míchel trae dos jugadores de mi puesto más o menos y consideró que estaban mejor. No me apartaron como tal, aunque sí que te sientes algo excluido.

—¿Pudo pesar la oferta del Real Zaragoza?

—No. Veía cómo iban las cosas y Lalo me ofreció algo interesante y difícil de rechazar. Desde ese punto, estuve tranquilo porque me aseguré contrato para las siguientes temporadas. Estaba muy a gusto, pero tengo 28 años y el jugador busca ganar dinero. Las condiciones que me ofrecía el Zaragoza estaban mucho mejor.

—Siendo extremo puro y sabiendo que el Zaragoza juega en rombo, que no le beneficia por sus características, ¿por qué vino?

—El club es histórico y a cualquier jugador le gusta jugar ante 20.000 o 25.000 personas. Esa es una de las razones que más influyó para venir. También me gustaría hacer algo grande.

—¿Iba a venir solo para Segunda División?

—No, también en Primera.

—¿Entonces cómo vivió la promoción ante el Numancia?

—Como un aficionado más del Real Zaragoza. Fue una faena por cómo se dio. Hubo cinco manos a manos y lo que es el fútbol… Diamanka sale mal de aquí, llega y mete gol.

—El año pasado con el Rayo subió a Primera. ¿Qué se puede trasladar a Zaragoza?

—Los aficionados allí son increíbles. Pierdes y están apoyándote al 100%. Es difícil y no soy nadie para pedirles nada, pero quizá un poco de paciencia. Es pronto para juzgar y a algunos jugadores los pitos les afectan. Tenemos que ser todos uno. Habrá gente que dirá: ‘Dónde va este tío pidiéndome paciencia a mí’, pero es un círculo. Si nos apoyan al 100%, respondemos al máximo. Entiendo que cada persona es un mundo.