Acercarse a Teresa Perales supone una lección de vida. La nadadora aragonesa parece huir de los problemas a ritmo de brazada, destilando una fuerza de voluntad exclusiva que la ha convertido en la diosa de Atenas tras conquistar seis metales en los Juegos Paralímpicos. Cansada y algo afónica por las celebraciones, exprime sus últimas horas en la capital griega antes de regresar a casa mañana e incorporarse a sus obligaciones políticas como diputada en las Cortes de Aragón. "Ya tengo ganicas", confesaba ayer.

Perales ha superado su excelente balance de los Juegos de Sydney-2000. "Me creo lo que he hecho porque veo las medallas, pero todavía me impresionan. No me lo esperaba", reconoce. Sin embargo, a sus 27 años, su ambición no se detiene. "Por supuesto que ya pienso en las siguientes, es inevitable. Todo el mundo me lo pregunta: compañeros, técnicos... Los rivales de otros países esperan a ver si me retiro, pero no les va a caer esa breva", aseguraba tras haber pasado el día fuera de la Villa Olímpica. "He estado shoppineando, como dicen los mexicanos", bromeaba Perales, que ha descubierto el mal perder de alguna deportista: "He comprobado que la ucraniana Akopyan --una de sus rivales directas-- es bastante borde".

La nadadora zaragozana buscaba en su memoria los mejores recuerdos de Atenas mientras se acicalaba para desfilar en la ceremonia de clausura, un acto meramente simbólico en el que se entregó la bandera a Pekín y se apagó la llama hasta el 2008, sin espacio para los festejos debido al accidente de tráfico del lunes donde murieron siete escolares. Aún se ruboriza al rememorar una conversación telefónica inolvidable: "Una voz al otro lado me dijo: ´Hola, Teresa, soy Sofía, la reina. Quería felicitarte, darte la enhorabuena por las medallas que ya has ganado y desearte suerte para las pruebas que te quedan´. Me pareció majísima". Otra de las anécdotas más divertidas tuvo como motivo la próxima boda de Teresa, el 8 de enero en la Basílica de El Pilar. "Celebramos mi despedida de soltera. El lunes tuve que salir a dar el relevo con el velo, el ramo y las respectivas damas de honor", relataba con una sonrisa pícara. "Los preparativos van a ser pan comido. Me he prometido a mí misma que en los próximos días sólo voy a tocar el agua de la ducha. De piscina, nada", anuncia.

El botín obtenido por el equipo paralímpico nacional enorgullece a la deportista aragonesa: "Teniendo en cuenta las circunstancias de profesionalización de otros países y de las condiciones en las que llegamos nosotros, hemos hecho un gran papel", consideraba Perales, que ha aportado 6 medallas a las 40 logradas en natación. "Aunque en atletismo, por ejemplo, nos hemos llevado una de las grandes tristezas. Hay deportistas que hicieron buenas marcas en Sydney y que en Atenas casi no han entrado en la final de su prueba. El nivel es muy alto. Si no nos ofrecen recursos y posibilidades, no hay nada que hacer. El secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, me prometió revisar las ayudas para el deporte paralímpico. Es absolutamente necesario, porque si no en China no nos vamos a comer ni una rosca", reivindica.

Perales califica la experiencia vivida en los últimos días de "muy interesante". El escenario en el que se han celebrado los Juegos le ha sumado una extraordinaria dosis de ilusión. "Grecia es la cuna del olimpismo y de la democracia. Es uno de los lugares más importantes del mundo y hay que visitarlo". Sin embargo, la capital ha supuesto una pequeña decepción para ella. "Atenas me ha parecido una ciudad bastante atrasada respecto a nosotros. Y los griegos... son los griegos. Dejémoslo en que tienen un carácter especial", concluye la nadadora zaragozana.