Tras una decepcionante actuación marcada por la ansiedad en los cuartos de Roland Garros, el primer grande que disputó tras reincoporarse al circuito después de seis meses de ausencia y de someterse a una operación en el codo en febrero, Novak Djokovic se fue con su esposa Jelena a practicar senderismo durante cinco días en las montañas francesas. Un día pasaron tres horas escalando hasta una de las cumbres. “Nos sentamos y miramos el mundo de esa perspectiva, como respirando la nueva inspiración, la nueva motivación”, recuerda ahora Nole. “Pensé en el tenis, en la emoción que el tenis me provoca. Todo era positivo. Sentí que tenía nuevo aire para este deporte, fue como una nueva fuente de energía”.

Esas reflexiones y esa inyección de aire y energía llegaron, poética coincidencia, en lo alto del Monte Victoria. Cada día desde entonces, según asegura el serbio, “el tenis es absolutamente diferente” para él. Y lo que ha sucedido desde esa escalada han sido “dos meses geniales”, otro ascenso a lo más alto del tenis que ha llevado al jugador de 31 años a la final en Queen’s, a su cuarto título en Wimbledon, al triunfo en Cincinnati y, el domingo, a su tercer Abierto de Estados Unidos.

COMO SAMPRAS, MÁS CERCA DE NADAL

Con el título en Nueva York, cosechado en una victoria frente a Juan Martín del Potro en tres horas y 16 minutos y tres sets (6-3, 7-6 (4), 6-3), Djokovic ha igualado la marca de 14 grandes de Pete Sampras, su “ídolo de infancia”, el hombre que le inspiró a jugar al tenis cuando le vio “cuando ganaba su primer o segundo Wimbledon”. Está ya solo a tres de los 17 de Rafael Nadal y a siete de los 20 de Roger Federer. Y aunque en el ránking actual esté en tercera posición por detrás del balear y el suizo, del trío que domina el Olimpo es quien en este preciso momento se muestra en más plena forma, lejos de las dudas y problemas que desde verano de 2016 marcaron dos años de su carrera. Federer tiene ya 37 años. A Nadal, de 32, han vuelto a reaparecerle los problemas en la rodilla.

Djokovic ha recuperado la plenitud de su juego, algo que constató su amigo Del Potro, que tras la derrota ilustraba gráficamente la imposibilidad de batirle: “Jugué al límite todo el tiempo, buscando golpes ganadores con mi derecha, pero no pude porque Novak estaba todo el tiempo allí”, donde quiera que fueran los golpes. El serbio ha vuelto a rodearse de un pequeño equipo de confianza al que en abril retornó Marian Vajda. Habla de su vida familiar, con su esposa y sus dos hijos como centro, como “los cimientos” de todo lo que hace. Y mentalmente, tras dos años que asegura que han dado “un vuelco” a su vida, está en una especie de nirvana zen.

"ESTAR SOLO EN EL AHORA"

Escucharle estos días, como el domingo tras la victoria, se siente a veces como una sesión de meditación. Habla, por ejemplo, de “estar solo en el ahora, trabajar duro, trabajar inteligente y progresar” y aunque asegura que “el pasado nos puede enseñar mucho”, avisa de que quiere dirigir “atención y energía al presente”. Y cuando repasaba cómo después del retorno a las pistas las cosas no sucedieron al ritmo que había pensado y tardaron tres o cuatro meses más de lo que esperaba, en vez de frustración vivió un proceso en el que aprendió mucho sobre sí mismo, incluyendo a “ser paciente”, que admite que nunca antes fue uno de sus fuertes. “La vida me enseñó que hace falta tiempo para las buenas cosas, para construirlas, para que cuadren, de forma que puedas centrarte, equilibrarte y prosperar”.

Esas buenas cosas han llegado y es difícil pensar que no haya más por llegar. El propio Djokovic asegura que se ve “en un nivel completamente nuevo”. Y son muchos quienes por eso ven vulnerables los récords de Rafa y Roger, ante lo que Djokovic por ahora se limita a reincidir en la importancia que los dos jugadores han tenido para él. “Igual hace diez años diría que no estaba tan contento de ser parte de esa era con Nadal y Federer: hoy lo estoy, de verdad”, explicaba el domingo. “Tengo máximo respeto por lo que han logrado en las pistas, pero también porque fuera de las pistas son campeones y y modelos. Nos hemos empujado al límite cada vez que hemos jugado, es siempre el reto definitivo. Ellos, las rivalidades con ellos, los partidos con ellos, me han hecho el jugador que soy”.

Ese jugador sigue escalando, literalmente, y no solo el Monte Victoria. El duelo en la cumbre está servido.