La revolución deberá esperar. Al menos en Wimbledon. La nueva generación que amenazaba con acabar con el dominio de los tenores del circuito se topó con la puerta en las narices ayer en el centenario All England Tennis Club. Tradición es tradición. Novak Djokovic y Roger Federer no permitieron la sorpresa y enviaron a casa a los jóvenes rebeldes Grigor Dimitrov y Milos Raonic, ambos de 23 años y que disputaban ayer sus primeras semifinales en un torneo grande. El serbio, primer cabeza de serie del torneo y campeón del 2011 se impuso al búlgaro por 6-4, 3-6, 7-6 (7-2) y 7-6 (7-9) mientras que el suizo, heptacampeón en Londres, se deshizo de su rival canadiense por 6-4, 6-4 y 6-4.

La veteranía sigue siendo un grado en un Grand Slam. Djokovic jugará el domingo la 14ª final y Federer la 25ª. El suizo, que cumplirá 33 años en agosto, disputará la novena final en Wimbledon y tendrá la oportunidad de conquistar el octavo título sobre hierba. Nadie ha conseguido un éxito así en la historia. Si lo logra el exnúmero 1 mundial sumaría el 18° Grand Slam en su palmarés. Para Djokovic ganar el título supondrá arrebatarle el número 1 mundial a Rafael Nadal, ganar su segundo Wimbledon y acabar con una racha de cuatro finales perdidas de Grand Slam desde que conquistó el Abierto de Australia en el 2013. Será una final más clásica aunque en un Grand Slam solo se han cruzado una vez en el US Open (2008), que ganó Federer.

"Djokovic es un supercampeón y hemos disputado grandes partidos, sin duda será un duro rival", admitía Federer, que ganó al tenista serbio la única vez que se enfrentó al serbio en Wimbledon en las semifinales del 2012. En el torneo femenino sí que parece que la revolución ha llegado. Hoy la canadiense Eugenie Buchard, 20 años, se enfrentará en la final a Petra Kvitov, 24 años y campeona en el 2011.