Un asiento principal en un banquillo de la Premier. Las 20 sillas más codiciadas del fútbol europeo. En otro tiempo, también las más respetadas. Ahora son las más frágiles, volátiles, inseguras tras los últimos contratos televisivos y la riqueza extrema de la liga. Los propietarios de los clubs priorizan mantenerse en primera a cualquier estilo, filosofía o sentimiento. El miedo económico al descenso no ha perdonado ni a Claudio Ranieri, autor del maravilloso Leicester que levantó el título más inesperado. ¿Quién suplirá al italiano? Roberto Mancini, Nigel Pearson, Alan Pardew o Guus Hiddink son los primeros nombres en el escaparate. Previsibles. Entrenadores extranjeros o autóctonos veteranos. Las mismas soluciones de siempre. Generalmente, la Premier ni mira ni cuida a sus bases.

Se mantienen un par de excepciones. La ciudad deportiva del Leeds United está más cerca de York que de Leeds. A mediodía hace un frío que hiela. El excéntrico dueño del club, el italiano Massimo Cellino, está detrás de una de las porterías observando el entrenamiento con las manos en los bolsillos. El balón vuela. Los jugadores practican ejercicios de pase corto a muchísima intensidad y en series cortas de tiempo. El Leeds vuela.

Nadie les esperaba pero están en zona de play-off. No juegan en la Premier League desde 2004. Los partidos de Champions contra el Barça son un recuerdo lejano. Acaba la sesión y se acerca Garry Monk (Bedford, 37 años). Él es una excepción. Uno de los pocos entrenadores ingleses jóvenes con un trabajo en la élite. «Existe una percepción», explica a EL PERIÓDICO. «Para tener una oportunidad en la Premier tienes que coger un equipo y subirlo de segunda».

"LE GUSTA JUGAR"

Eddie Howe (Amersham, 39) es el único técnico inglés (y británico) por debajo de la cuarentena en la máxima categoría. Su precocidad se explica por una lesión de rodilla, que le obligó a retirarse de sus obligaciones de central a los 29 años. Él siguió la percepción, pero no solo subió al Bournemouth de la Championship a la Premier. Antes lo había subido de cuarta a tercera y de tercera a segunda. Tres ascensos.

El capital ruso del club explica parte del éxito de este equipo de la costa sur. El resto se personifica en Howe, el primero en llegar cada día a la academia a las 6.30 de la mañana. «Es inglés pero le gusta jugar», reflexiona Pep Guardiola cuando le preguntamos por Howe. ¿Es distinto a los técnicos ingleses que predominan en la liga? «El Bournemouth vino aquí y sacó el balón bien desde atrás. Los extremos se metían hacia dentro. Cuando Jack Wilshere y Harry Harter tienen la pelota… Perdían 3-0 al descanso contra el Everton. Cambiaron el sistema y se pusieron 2-3. Jugaron bien. Juegan bien. Realmente bien».

EL FACTOR FERGUSON

Quizá magnetizados por el factor Alex Ferguson, aún candente en el fútbol inglés, hace muchos años que los mismos nombres se repiten en los banquillos de Inglaterra. Entrenadores de un estilo rudimentario, que conocen bien la cultura y cómo puntuar en esta liga, pero que difícilmente se adaptan a la modernidad del juego. Si extendemos la mirada a técnicos procedentes de Escocia y Gales, solo hay siete entrenadores locales en la Premier. Los más mediáticos decepcionaron en su gran oportunidad. David Moyes es otra persona desde su fracaso en el Manchester United. Mark Hughes lo intentó en el City. Sam Allardyce se estrelló antes de empezar en la selección inglesa.

Los futbolistas del Leeds comen juntos en la cantina. El menú del día es pasta, cordero y verdura. Las instalaciones son envidiables, inalcanzables para la mayoría de clubs de Primera División española. En el despacho de los técnicos sigue la conversación. «Sería muy bueno para Inglaterra que hubiera más técnicos jóvenes», apunta Pep Clotet (Barcelona, 39), segundo entrenador del Leeds y responsable, entre otros aspectos, de que su equipo lleve 20 goles de estrategia esta temporada. «Sin embargo, el hecho de que Eddie y Garry estén ahí ya es muy positivo». La mesa de trabajo de Clotet está frente a la de Monk, que solo tiene que levantar la cabeza para interactuar y volver a intervenir. «No me quejo. Esa no es mi mentalidad. Oh, somos ingleses, oh, somos jóvenes, oh, nadie nos dará trabajo... No. Para mí, está bien. Lo miro como una oportunidad de probarme, de demostrar que podemos venir a un gran club y dirigir».

La influencia extranjera en la Premier League ha sido elevadísima. Quizás ha cerrado algunas puertas al talento local. «Solamente porque seas de este país y la empresa esté en tu país, no significa que tengas derecho a conseguir un puesto determinado. He aprendido tanto de entrenadores ingleses como extranjeros. Aquí la influencia de fuera ha sido fantástica». Ryan Giggs, en cambio, se quejó en declaraciones a la BBC hace unos días: «Hay muchos entrenador extranjeros de calidad. Solo digo que si hacemos balance, hay demasiados en este momento. Y los británicos no tienen oportunidades».

OTRO LENGUAJE

A menudo hemos escuchado a Guardiola decir que el fútbol inglés es particular, o que tiene special things. Monk mira a Clotet: «Lo hemos hablado muchas veces. Aquí los fans piden esfuerzo, energía y lucha antes que técnica y táctica. Puedes ser el mejor equipo técnicamente del mundo y jugar un fútbol increíble que si no vas a un tackle los fans se vuelven locos». Los valores de la old school. «En los últimos 10 años esto está cambiando, salen más mánagers que luchan con formas modernas, con mucho más interés en la posesión y la vertiente táctica», reflexiona Monk.

En Leeds ahora se habla otro lenguaje. Clotet cita a revolucionarios cuando se pone a hablar de fútbol. «Cruyff siempre lo decía. Las dos bandas tienen que desbordar mucho en el uno contra uno. […] Antes hablábamos de Guardiola. Es un ejemplo de alguien que cree en una cosa y sigue, sigue y sigue hasta que sale. […] Como decía Bielsa, se tiene que estar cerca y preparado para ayudar. Si tú eres el lateral y yo el central, pierdo el balón y estás a 20 metros, ya me dirás...».

EL DESPIDO DE LAUDRUP

La primera oportunidad de Monk también fue inesperada. Cogió al Swansea en febrero del 2015 tras el despido de Laudrup: «Allí la percepción era que como había estado una década en el club, los conocía a todos y saldría fenomenal. Pero nunca habrá un trabajo más difícil que ese para mí», apunta. La diferencia es la confianza. «Los jóvenes tendrán caídas de rendimiento y aún así encontrarán su sitio. El problema es que cuando el veterano la tiene, se le mantiene, y en cambio al joven no se le concede esa gracia».

En Leeds tiene ahora la oportunidad. «Nos dieron 2.000 entradas de visitante cuando fuimos a Huddersfield. Si nos dan 20.000, también las hubiéramos vendido», afirma Clotet. Uno de los equipos más grandes del país sueña con regresar.