La estabilidad en el juego no es uno los grandes valores de este Real Zaragoza impetuoso de arriba abajo y viceversa, sostenido en defensa casi en exclusiva por Mario y Dorca. Lidera casi todas las estadísticas del torneo, las mejores y las peores, con individualidades tan influyentes como las de Borja Bastón o Eldin, los máximos realizadores con 9 y 3 goles respectivamente, y también quienes más asistencias han ofrecido, tres el delantero y dos el medipunta. Por el camino, destaca el buen trabajo referencial de Willian José y la zurda descarada de Jaime Romero, pero el resto no colabora tanto para dar cuajo y regularidad al equipo.

El Real Zaragoza es el conjunto que más balones pierde (1026), con escandaloso protagonismo para Javi Álamo, primero con 122 pelotas despediciadas, seguido de Fernández (108) y Cabrera en el cuarto lugar de la competición (93). Sin embargo, se eleva como el que más recuperaciones ejecuta (737), trabajo que lideran en la parcela particular Mario (101) y Dorca (82), ambos entre los siete más despiertos de la Liga en este aspecto del juego.

Su rendimiento extremo se confirma en los datos que le señalan como el equipo con mayor número de remates sobre la portería rival (126) --Borja, Willian José y Eldin figuran entre las cinco piernas mejor armadas junto a Rubén Castro y Nino-- y el que más lanzamientos recibe de sus adversarios (124). En el cuadro de rendimiento se aprecia una fuerte tendencia a la bipolaridad, a cierta dispersión, a momentos de gran lucidez con períodos sombríos durante los encuentros. Por ejemplo destaca como segundo en asistencias (11) y Javi Álamo es, con escaso éxito, su regateador oficial y el del todo el mapa de Segunda (77)...

No le ha ido tan mal subido a esa noria, pero será a partir de ahora, cuando se endurece el calendario, donde el Real Zaragoza de conductas tan antagónicas deberá hallar el poso colectivo, sobre todo para resguardarse. Mario, que es más que probable que vuelva ser baja contra el Sporting, y Dorca, los dos grandes veteranos, son prácticamente los únicos que vertebran con firmeza al grupo. Se echa de menos, y mucho, a un Ruiz de Galarreta que ni asiste, ni golea, ni llega, ni defiende con convicción más allá de la presión adelantada. Tiene sus ramalazos de lucidez, aún insuficientes, y una constante de irse apagando físicamente según transcurren los minutos.