Sin hacer mucho ruido, con una solvencia envidiable y un bloque basado en la unión y la solidaridad, Suecia ya ha logrado su mejor resultado desde 1994. Inglaterra será esta tarde (16.00 h.) la siguiente prueba en Samara.

La fuerza de Suecia radica en el grupo. Brillan los defensas, como el capitán Granqvist, y Emil Forsberg, el extremo del Leipzig, pone el talento. «Realmente somos un equipo que funciona como un todo. El colectivo es lo primero», proclama el seleccionador, que ha aplicado siempre la misma fórmula. Así dejaron fuera en la fase de clasificación a Holanda en un grupo en el que derrotaron también a Francia, así tumbaron a Italia en la repesca y así se han colado entre los ochos mejores.

Ibrahimovic se postuló para jugar en Rusia después de aquel éxito contra la azzurra. «Sería muy divertido jugar el Mundial de Rusia», dijo. La federación sueca se encargó de aclarar que el exazulgrana no volvería a la selección tras anunciar su retirada después de la Eurocopa de Francia. El técnico tampoco dudó. «Nos dejó, no entra en mis planes, quien se va no debe volver», afirmó.

«Equipo» es la palabra más pronunciada por los escandinavos. «Es una sensación increíble lo que estamos viviendo. Corremos juntos, defendemos juntos, todo lo hacemos juntos. No es fácil marcarnos», explica John Guidetti, el delantero del Alavés.

Sin Ibra el once escandinavo ha explotado sus virtudes colectivas. «Somos un equipo fantástico, todos los éxitos los logramos juntos. Ibrahimovic es el mejor jugador de la historia de la selección, pero ya no está aquí», reflexiona Forsberg. El jugador del Leipzig, criado en una familia de futbolistas, ejemplifica la humildad de la nueva Suecia.