Víctor tiene buen corazón y, también, como gran parte de sus compañeros de profesión, una tendencia al golpe de efecto. El caso del entrenador no pertenece al catálogo de los exhibicionistas que buscan el momento adecuado para sobreponerse a sus jugadores, reclamando focos y halagos. No tiene nada que ver con la arrogancia, pero sí con la tentación: todos los entrenadores del planeta, en algún momento, pecan de innovadores, cuando en realidad todo es mucho más sencillo. Anoche Víctor volvió a incidir en las rotaciones en el instante seguramente más inoportuno, y en esa inexplicable decisión para los mortales de insistir en Drulic, como si quisiera recuperar el tesoro inexistente de Sierra Madre. ¿Qué pintaba el serbio en el Camp Nou? Cualquier razón táctica o técnica se desmorona frente a la apuesta por un delantero que jamás ha estado a la altura no ya de su coste, el más alto de la historia del club, sino a la de un profesional cualificado para Primera. Sus compañeros, ayer, tampoco se elevaron muy por encima de él. Tan sólo para decirle al Bar§a: "Pase usted, por favor".

Así, el Zaragoza se presentó en la guarida del lobo con uno menos, como lo hizo antes frente al Sigma Olomouc. No sólo eso. Traicionó su identidad, dejando fuera a Zapater, Javi Moreno y Galletti, seguramente tres de los jugadores clave en el triunfo ante el Albacete, para defenderse sin comprender jamás ese registro, que pronto se hizo timorato, deprimido, indescifrable para un bloque que desconoce un lenguaje tan cobarde. Como el Bar§a tiene que ver más bien poco con el correoso conjunto checo, la inferioridad se hizo patente antes del inicio. Fue un partido entregado de antemano.

Un regalo de Eto´o a Villa al cuarto de hora y el soberbio disparo del ariete desde la frontal del área fueron la mentira piadosa de lo que luego llegaría, el huracán Bar§a , un equipo que en lugar de descomponerse como en otros tiempos recientes, se adueñó del balón con la paciencia y la seguridad de que su portentosa colección de joyas no son precisamente de adorno. El Real Zaragoza se sostuvo mientras pudo en una desgarbada contención, con una primera línea donde ni Cani, ni Generelo, ni Movilla, ni Savio soportaron la mareante, preciosa y eficaz forma de agitar el balón de Deco, Xavi y, sobre todo, un diabólico Giuly.

Sin balón, con un grupo reducido a la nada por sí mismo y por la erosión constante de un rival de otra galaxia, el Real Zaragoza aguantó mientras que lo hicieron Alvaro y Milito, pendientes de Ronaldinho hasta que el brasileño, cuando el partido se abrió como un melón, hizo lo que le vino en gana.

DIFERENCIAS Las diferencias, admitidas desde antes de que comenzara a rodar la pelota por parte de un Víctor muy conservador, fueron evidentes en todas las líneas. El gol de Eto´o, purgando su grave pecado en el tanto zaragocista, supuso el empate, pero en el fondo subyacía la amenaza, confirmada después, de que el Camp Nou iba a disfrutar con la versatilidad de su equipo. Ese presagio se cumplió en el primer minuto de la segunda parte: la conexión entre Ronaldinho y Eto´o acabó con el africano adelantando al Bar§a y mostrándole el camino hacia la goleada. Entonces sí, entonces Víctor, tarde y a destiempo, llamó a filas a Galletti y a Javi Moreno, que cogieron el tren muy tarde, sin billete para poder ni siquiera variar un ápice el guión.

El Bar§a aceleró su imaginación y su velocidad aprovechando los brazos y el espíritu caído de un rival con el alma aturdida y sin el alma que necesita de Movilla, que sigue en crisis, como si hubiera renunciado a la jerarquía que le corresponde. Hubo otra pregunta más en el aire: ¿por qué no estaba Zapater anoche en el césped? Un misil de Xavi y una llegada de Gio remataron al Zaragoza más pálido, triste y apocado de la era Víctor Muñoz , un buen técnico que ayer equivocó a sus chicos.