El Ebro necesitaba reponerse del duro golpe de la última jornada porque estaba en juego su supervivencia en la categoría. Visitaba al Mallorca en Soin Moix, es decir al líder incontestable, a un conjunto construido para ascender sí o sí que llevaba 22 partidos consecutivos sin perder en su feudo. Era difícil apostar por los de La Almozara en esta ocasión. Quizá para otro día. Pero este equipo tiene una capacidad mayúscula de superarse frente a las adversidades, y qué mejor oportunidad que hacerlo un domingo por la mañana en la isla. Al cuarto de hora llegó el gol de Michele, de cabeza tras rematar el saque de un córner. El balón cayó picado y se elevó bromista hacia la escuadra, por donde se coló. Había mucho tiempo por delante, un mundo frente a un coloso, pero el Ebro se armó de paciencia, de solidaridad y de fe, virtudes que le sobran y a las que recurrió hoy para sumar tres puntos que no se pueden calificar de oro porque se forjaron en otro metal más valioso. El secreto de esa fórmula solo lo tiene Emilio Larraz, su entrenador.

Ebro: Salva, Michele, Diego Simón, Pajarero (C), Ubay, Javi Cabezas, Teo Tirado, Gerrit, Mainz, Adri Cuevas y Borja Martinez