—Es inevitable hablar de partido especial para usted.

—Siempre lo será, estuve tres temporadas en el Zaragoza, fui capitán y viví muchas cosas, grandes experiencias. Me llevé de allí muchos amigos y siempre es bonito encontrarme con mi exequipo. Allí debuté en Primera, fue el club que apostó por mí y solo por eso le estaré agradecido siempre, pero es que además me hicieron sentirme como en casa.

—¿Qué le faltó para dar todo su nivel en el Zaragoza?

—No lo sé. Llegué con toda la ilusión, firmé un contrato amplio con la idea de estar mucho tiempo. El sueño de jugar en Primera se torció nada más llegar porque bajamos. Se hizo una plantilla para ascender y no salió bien.

—En el tercer curso que estuvo aquí, en la 14-15, rozaron el ascenso contra Las Palmas.

—El partido en el estadio de Gran Canaria... Como para olvidarlo. Ese ascenso en Las Palmas nos habría cambiado la vida, a mí, a los compañeros y al club. Yo había vivido una temporada bastante completa, la mejor allí en lo personal, pero no pudo ser. Es que subir habría ayudado muchísimo al club y aquel partido, que fue muy sufrido y agónico, nos dejó fuera. De haberlo logrado, hoy hablaríamos tanto el Zaragoza como yo de otras cosas.

—¿Es su recuerdo más triste como futbolista?

—Uno de los que más, sin duda. Te ves tan cerca que la frustración es tremenda. Fue duro.

—Después se fue cedido al Oviedo y se desvinculó.

—El club decidió cederme primero y después la salida. No llegué a entenderlo del todo, porque había rendido bien para haber continuado. No sé si era un problema económico o no, a mí me dijeron que sí, aunque no sé si era del todo cierto. Pero de Zaragoza solo me guardo recuerdos bonitos. Cómo empujaba su gente en el campo es una experiencia que a cualquier futbolista le gustaría vivir y yo he tenido esa suerte.

—Ha vivido ahora dos años muy duros en el Córdoba y ahora están casi en Segunda B.

—Sobre todo duros en lo mental, porque a mi implicación le añado que soy de aquí, de la casa. La temporada pasada la salvamos de una manera casi histórica y en este verano se planificaron unas cosas que no se cumplieron. Ahora nuestro deber es pelear por ganar el mayor número de partidos.

—¿Se sienten ya descendidos?

—Es que es muy difícil salvarnos. Sería tonto si dijera otra cosa. Tenemos que ser profesionales, honrados y competir al máximo para poner las cosas difíciles con quien nos toque. Nos hemos quitado una mochila de presión y responsabilidad que había gente que le pesaba y no la asumía bien. Esa responsabilidad es menor, estamos más tranquilos y ya no vivimos en el nos vamos a salvar o no, sino solo en el partido siguiente, sin presión.

—¿Cómo llevan los casi tres meses sin cobrar?

—Los jugadores lo llevamos mejor porque somos unos privilegiados en nuestra situación, lo pasas peor por la gente del club, por los que no se ven en el césped. Sufrimos por ellos. Desde la entidad nos dicen que están trabajando para resolverlo y confiamos en que pronto lo solucionen.

—¿Cómo ve al Zaragoza?

—Ha sido irregular. Para mí tiene una de las mejores plantillas de la categoría, pero cuando las cosas no salen... La Segunda premia la regularidad y no encajar mucho y ellos no tuvieron eso.

—Si el Zaragoza se salva acumulará su séptimo año en Segunda.

—La ciudad y la gente merecen subir y le está costando mucho volver. El Zaragoza subirá por lo que se vive el fútbol allí y por la gente que tiene detrás. El fútbol merece devolverle esa alegría al club y pienso, y deseo, que será más pronto que tarde.