Patricia Riverés es una mujer valiente y con carácter. Por eso sus compañeras del Stadium Casablanca de la Liga Femenina 2 le bautizaron con el nombre de Mulán, la guerrera japonesa de los dibujos animados de Walt Disney. "Me lo pusieron porque soy muy luchadora y no doy un balón por perdido", afirma. La veterana pívot ha demostrado su casta en el último año y medio. Con una rotura del astrágalo de su tobillo derecho, ha dado el alma por su equipo, compitiendo pese a los intensos dolores. Por todo esto, por su trayectoria y su amor a los colores, sus compañeras y su familia le dieron un alegrón y le hicieron un homenaje el último partido de Liga frente al Siglo XXI.

Riverés se quedó sorprendida del homenaje. Aunque ya se olía algo. "Colgaron una pancarta en la grada que decía ¡Mulán, eres la mas grande". Tras el partido recibió una camiseta con las firmas de todos sus allegados. "El capitán de todo ha sido mi novio. Entre todos se han enviado tropecientos correos para ponerse de acuerdo", explica.

Con 35 años, Riverés trabaja en una empresa de energías renovables y se plantea seriamente abandonar el baloncesto de élite. "Tras el año tan difícil que he pasado, me planteo el futuro. Tengo que hablar con el médico. Pero en la cena de final de curso, todo quedó abierto".

El Casablanca se despidió de la temporada, donde han estado a punto de disputar la fase de ascenso a la Liga Femenina, con un triunfo tras una prórroga frente al Siglo XXI. Riverés pudo jugar unos minutos tras estar un mes en el dique seco. Alex Cebrián, su técnico, la convenció. "Cuando le pitaron a Wiener dos faltas, tuve que salir a sustituirla", dice.

Riverés es una clásica del básquet femenino zaragozano como lo son sus compañeras de equipo Arancha Calvo y Paola Mercadal. Se inició en Pompiliano con seis años. "De infantil ya medía 1,82. He sido la mejor reboteadora en todos los Nacionales escolares". Después llegó a su vida el técnico Alfonso Alonso. "Me fui con él a Compañía de María y milité en las categorías menores del Banco Zaragozano. Tras desaparecer Cajalón, me fui con todas mis compañeras al Helios. "Guardo un gran recuerdo y allí nos lo pasamos bomba". En el club de la ribera del Ebro estuvo tres años. Allí subió a la Liga Femenina, jugando tres cursos con el Mann Filter de Luis Estiragüés. Los ocho últimos ha jugado en Casablanca. "Aquí me han tratado superbien. Aunque de todos los equipos donde he estado, he sacado algo positivo", concluye.