—¿Qué tal se encuentra de la lesión de ligamento cruzado?

—Estoy muy bien y casi cada semana noto una mejoría muy grande. Ya he empezado a correr, aunque todavía sobre la cinta antigravedad, pero la evolución es muy positiva. Llevo cuatro meses y más o menos quedan otros cuatro. Soy positivo y voy a volver fuerte.

—¿Su objetivo es llegar a la pretemporada que viene?

—Sí, aunque me imagino que no desde el primer día. Seguramente pueda ya estar en la segunda parte de la pretemporada, aunque si todo va muy bien igual hasta desde el principio.

—¿Ha vuelto a ver la jugada en la que se lesionó o no ha podido?

—No me costó porque son cosas que pasan en el fútbol. Fue en un momento en el que no ganábamos mucho y físicamente me encontraba muy, muy bien. Estaba en un momento en el que podía jugar cada dos días y cuando miras la jugada… Me quedé clavado y fue además en La Romareda. Fue mala suerte y piensas que por qué en este momento en el que estaba físicamente a tope. El primer mes fue complicado mentalmente, pero el objetivo es volver igual o más fuerte.

—¿Supo al instante que se había roto el cruzado?

—No. Me dolió mucho en el instante, pero en el vestuario cuando me puse hielo estaba bien. Además, tras hacer las pruebas manuales, la que se dice la prueba del cajón, me fui tranquilo a casa y pensando que sería un esguince o algo así. La noticia el lunes por la mañana tras las pruebas fue muy dura.

—¿Cómo fue ese momento?

—Te vienes mucho abajo. Además estaba mi situación, porque en verano acababa contrato. Quería seguir jugando con el Zaragoza porque automáticamente se me prolongaba el contrato y te fastidia, pero hay que mirar para delante. No hay otra opción, porque si te paras nadie te va a ayudar. Hay que ser fuerte.

—Pero el Zaragoza le renovó un año más.

—El gesto del Zaragoza fue muy grande, no es muy normal verlo en estos momentos en el fútbol. Pienso, como dijo el director deportivo (Lalo Arantegui), que cada vez que he salido al campo con la camiseta del Zaragoza lo he dejado todo, hasta mi alma. De hecho, en la temporada pasada cuando me hice el esguince contra el Rayo me dijeron que la temporada estaba terminada y me empeñé por el playoff, por este equipo y este club y acabé jugando contra el Barça B y los dos de promoción. Estoy muy agradecido al presidente, al director deportivo y a todos les he dado las gracias, porque en el fútbol de hoy no es muy normal, pero en cierto modo me lo he ganado.

—¿Le costó aceptar que iba a estar varios meses de baja?

—Al principio sí. Fue difícil el primer mes, pero después llegó Navidad y estuve con mi familia y en casa y me ayudó mucho. El peor día es el que te lo dicen, porque fui pensando que no tenía el cruzado roto y se te cae el mundo. Además hay otro momento que no es fácil, que es hasta que te vas a operar, que fue casi mes hasta que bajó la inflamación, porque el doctor que me operó en Vitoria (Mikel Sánchez) tiene ese procedimiento, el de esperar a que baje la inflamación.

—En lesiones tan largas y complicadas la ayuda de las personas de su entorno resulta fundamental. ¿En quién se apoya?

—Mi mayor apoyo es mi madre desde siempre, aunque también me han ayudado mucho mi familia, mis hermanas, mi padre, mi novia, el pequeño… En el club, desde el primer momento los compañeros, el cuerpo técnico, la gente de la Ciudad Deportiva... todos te apoyan. Toquero también me ayudó mucho, es una persona muy grande. Me echó una mano en Vitoria para organizar cosas.

—¿Cómo es su día a día de trabajo con la lesión?

—Ahora ya ha cambiado un poco, pero vengo con el equipo a desayunar, vamos al vestuario y ellos se preparan para el entreno, pero yo sobre las 10.15 o así me voy al gimnasio para hacer movilidad, extensión, correr o parte superior. A las 11.00, cuando salen al campo, yo me trato con los fisios y después me voy otra vez al gimnasio con el rehabilitador y hacemos un día fuerza y otro resistencia hasta que vuelvo al vestuario para tratarme de nuevo y ponerme hielo. Por la tarde a veces combinamos y voy a correr, piscina porque me gusta mucho nadar o a hacer parte superior.

—Va a llegar a tope.

—¡Ojalá! Si se mantiene la rodilla, físicamente voy a estar bien, eso seguro.

—¿Ayuda mucho psicológicamente notar que se va progresando y mejorando cada día?

—Sí, y además la gente se piensa que no, pero también ayuda muchísimo estar en el vestuario con la gente. Hubo un periodo al principio en el que estás más fuera, pero como deportista eso te mata. Cuando vienes aquí y estás con los compañeros bromeando, ayuda muchísimo.

—Otro aspecto importante es cómo volverá mentalmente tras la lesión. ¿Teme que pierda algo de confianza o que vaya con un poco de miedo por su vuelve a ocurrir y se lesiona de nuevo?

—Lo he pensado, pero es difícil de decir ahora. Ahora en todas las cosas que hacemos nuevas no tengo ningún miedo porque noto que la rodilla está estable y muy bien. Cuando empecemos a hacer cosas de campo o a entrenar con el grupo no le puedo decir. Si en ese momento ocurre necesitaría ayuda para mejorar mentalmente, pero creo que el miedo es relativo. Si te rompes otra vez, te has roto y ya está. Siempre se va a abrir otra puerta en la vida, pero ahora es muy fácil hablar. Ya veremos cuando vuelva al césped, porque nunca se sabe cómo va a responder tu rodilla, tu coco y tu cuerpo porque hay una plastia por la que tiene que pasar sangre y que haya colágeno y todo.

—En su presentación, Guitián le alabó por dejarle su dorsal, el número ‘6’.

—Me entiendo muy bien con Alberto y es un chico excepcional. Además me gusta mucho como central, es muy bueno. Me preguntó y me dijo que solo podía coger el ‘6’, pero yo en verano ya quería cambiarlo por el ‘3’, que era mi dorsal de siempre, aunque no me dejaron porque se lo dieron a Dani (Lasure). No hubo problema.

—¿Se sufre mucho más viendo los partidos desde fuera y sin poder ayudar al equipo?

—Se sufre muchísimo porque eres como un aficionado y tienes que recordar a veces que eres jugador. Parece una tontería, pero parece todo muchísimo más fácil desde fuera y hay que recordar que no, que no todo tan fácil como se piensa, porque en Segunda División son todos buenos. Osasuna está ahora muy arriba, pero empezó abajo y la Liga es muy igualada. Por eso entiendo a los aficionados. A veces yo mismo grito: «¡Pero qué haces!» y luego me digo a mí mismo: «Pero ‘Simo’... si tú también fallas». No es tan fácil como parece.

—El equipo tampoco le está ayudando a que no sufra con la temporada.

—Está siendo un año con muchas adversidades y demasiadas lesiones de jugadores importantes, y no hablo por mí. Cada año hay que pelear. En los primeros partidos pensábamos que íbamos a estar arriba y nuestra sensación era de buen equipo.

—¿Qué pasó entonces?

—Creo que al final de temporada hay que hacer un análisis muy fuerte y, cuando llegue el año que viene, pelear, porque no puede ser que el Zaragoza esté en Segunda División otra vez. Lo digo así sabiendo las dificultades que tiene esta categoría, pero viendo todo lo que tiene alrededor el club hay que intentarlo y ojalá sea cuestión de poco tiempo.

—Pero cuesta entender el paso de pelear en el ‘playoff’ a hacerlo por no bajar.

—No tengo explicación, pero si me pregunta ahora y miro a cada uno de los jugadores y lo comparo con cada equipo, con los que están arriba peleando por subir, no siento que seamos inferiores, pero no hemos rendido como podemos. Hay que hacer un análisis fuerte al final del año, eso está claro.

—La defensa sigue encajando muchos goles. ¿Cómo lo ve desde fuera?

—Quitando los últimos partido ante el Mallorca y el Cádiz recuerdo una defensa estable. La clave de esta Liga está en encajar menos y tenemos un gran portero y pienso que muy buenos defensores. Tampoco defienden solo los defensas y el portero, lo hace todo el equipo. El año pasado fuimos muy criticados en los primeros seis meses y luego también mejoramos mucho y este año, para mí, ha habido muchos cambios, pero por lesiones principalmente.

—El caso es que no se consigue mejorar del todo, que sigue siendo una asignatura pendiente.

—También tenemos que evitar que nos metan un 3-0. El partido increíble, para mí, son los primeros 55 minutos ante el Cádiz. No hubo ningún peligro más allá del golazo de Machís, pero estuvimos muy estables. Creo que ha faltado algo de continuidad y tenemos que madurar un poco más. Por ejemplo en Mallorca, al final, con 2-0 y con uno menos con poco tiempo por delante es muy difícil remontar y no es lo mismo mentalmente perder 2-0 que 3-0. Tendríamos que haber tenido más coco. Así lo pienso porque en Italia opinan lo mismo, por nosotros mismos y por la gente, porque no es lo mismo un resultado que otro.