—¿Qué significa para usted el hecho de llegar a Barcelona, volver a Barcelona y descansar, si puede, en Barcelona?

—Es volver a casa. Estar muy a gusto con la familia, los tuyos. Sensación de comodidad, de placer. Puedo hacer otras muchas cosas que no hago durante la temporada. Tengo más tiempo para mí. Y me relajo, que es, en el fondo, para lo que vengo, y así volver más fuerte allí.

—Muy diferente a su vida en Estados Unidos.

—Totalmente distinto, claro. Aquello es, fundamentalmente, trabajo. Barcelona es mi ciudad, mi gente. Recibo mucho cariño. Allí, en EEUU, es más popularidad, devoción por ser un jugador de élite. Como en casa, no hay nada, porque la gente de tu ciudad, de tu país, te siente suyo y ese roce es distinto.

—La NBA aún es un fenómeno único.

—Es una locura, sí, una auténtica locura, porque está creciendo aún más, ya es un fenómeno global, cada vez tiene más impacto en todos los rincones del mundo, se mueven cifras desorbitantes y, bueno, eso es muy bueno para el baloncesto y para los que estamos metidos de lleno.

—¿Les preocupa que los Warriors de Stephen Curry sean tan fuertes?

—Bueno, son los Warriors de todos, no solo de Curry. De Klay Thompson, de Draymond Green y, ahora, de Kevin Durant. Sin duda, sí, empieza a ser una preocupación a nivel general de la Liga y lo que intentan hacer el resto de equipos es reforzarse para competir con ellos y montar también superequipos.

—No es fácil, aunque se tenga dinero, llegar a su nivel.

—Nunca es fácil competir ante un equipo tan grandioso, no lo es en ningún deporte colectivo. Cuando un equipo alcanza ese nivel, los demás tienen que trabajar mucho y durante mucho tiempo. Además, los Warriors tienen ahora, aparte de grandiosos jugadores, una enorme confianza en sus fuerzas, en su juego, y una química tremenda.

—¿Y usted cómo está?

—Estoy bien, muy bien, con ganas de seguir jugando en la NBA varios años más, los que pueda. Me encanta lo que hago. Para mí es un privilegio estar jugando en un gran equipo y quiero hacerlo el mayor tiempo posible al más alto nivel. No quiero acabar mi carrera con malas sensaciones. Eso sí me gustaría evitarlo.

—¿Esta mejor que nunca?

—Bueno, hay que decir que por mi nuevo rol en San Antonio juego menos minutos, no tengo un papel tan de primera línea, y eso me permite no acumular tanta carga. Acabo menos cansado los entrenamientos, los partidos, con menos molestias, que eso también es importante, porque el cuerpo ya no es de 20 años. Por eso, la decisión de estar en los Spurs tenía, entre uno de sus objetivos, alargar mi carrera y no acabarla antes.

—En pocos días será el 25 aniversario de los Juegos de Barcelona. Tenía entonces 12 años. ¿Qué recuerda?

—Fue una experiencia inolvidable. Tanto Marc como yo, gracias a mi padre, que buscaba entradas por todos lados, pudimos ver varias competiciones. Desgraciadamente no pudimos ver al dream team en directo, pero saber que estaban aquí, ya era una sensación de orgullo.