Giancarlo Antognoni es el símbolo de una Italia que contaba con un jugador carismático en una selección que fue campeona del mundo en 1982. Hoy ni siquiera participa en el Mundial y carece de un futbolista admirable. Antognoni debutó en Primera a los 18 años con la Fiorentina, donde jugó 15 temporadas. Es el actual mánager del club y un mito del calcio.

-¿Cómo mira el Mundial un italiano sin que participe su selección?

-No estamos habituados. Lo miramos con un espíritu tranquilo. En los últimos años se veía venir, por los problemas que había tenido la selección. Podía pasar. Pero como apasionados del fútbol que somos, nos sentamos a verlo con ganas. Apetece.

-¿Lo asumen con pena, con decepción, con enfado...?

-Es una decepción, claro porque a los italianos nos gusta mucho el fútbol, es una de las primeras industrias del país.

-¿Cómo se explica esa ausencia de Rusia?

-Hay demasiados extranjeros en la Liga, y eso penaliza a los italianos. No tienen espacio para ascender y acceder a los primeros equipos. Habría que invertir más en los jóvenes.

-¿Es un problema de inversión? ¿Cree que están las canteras abandonadas?

-No, no, están invirtiendo. El problema es ver a la Juventus o al Inter, que tienen tantos extranjeros en la plantilla. Hay muchos jóvenes que se quedan fuera. No hay sitio para ellos. Bernardeschi, por ejemplo, juega poco en la Juventus.

-¿La culpa es de los entrenadores o de los dirigentes?

-No lo sé. Es global: de entrenadores, de directores deportivos… Habría que cambiar la metodología y los objetivos para proteger y favorecer a los jóvenes.

-¿O falta valentía también?

-Naturalmente, eso también. Los entrenadores prefieren un futbolista experto antes que uno joven. Yo les entiendo, porque el resultado condiciona mucho en Italia. Cuenta mucho. Si en dos o tres partidos los resultados no van bien, los echan. Pero los entrenadores italianos son buenos, de los mejores.

-¿El talento existe?

-Se ha perdido un poco. Manda el futbolista más físico, por encima de los técnicos, del que llamamos fantasista. El número 10 ya no existe.

-¿Cómo que no existe?

-No existe, porque la forma habitual de jugar ha suprimido al trequartista, al mediapunta por detrás de los delanteros.

-¿No se puede jugar con mediapunta?

-Claro que se puede jugar, pero el sistema condiciona mucho.

-¿Quién fue el último 10?

-Baggio, Pirlo, Totti...

-¿Y el próximo quién será?

-Esperemos que salga alguno bueno. Verdi, Chiesa… Pero el 10, como se conocía, no hay.

-Ni futbolistas especialistas ni diferentes, como en su época. Ahora Bonucci, Barzagli y Chiellini parecen cortados por el mismo patrón.

-No. El fútbol ha cambiado. Los jugadores deben respetar los mecanismos, las órdenes, están encuadrados en un sistema. Se llamen como se llamen, hay que hacer determinadas tareas y da lo mismo quién las haga.

-¿Se puede volver al fútbol antiguo que propone Guardiola?

-Desde el punto de vista técnico, sí, es posible.

-¿En Italia también?

-En Italia es más difícil porque manda el resultado. Solo se piensa en el resultado, y el primer pensamiento es que no te marquen goles.

-Los equipos de Guardiola son los que menos encajan.

-Es bastante lógico. Para ser campeón de Liga has de encajar pocos goles, has de conseguir un buen balance entre los que marcas y los que recibes.

-Cambiar la mentalidad es mucho más difícil.

-Cuesta más. Somos italianos. Conservadores. No importa jugar mal. Queremos eficacia. Allegri es un ejemplo del entrenador pragmático. Sarri ha hecho jugar a Nápoles como no se veía desde los tiempos de Maradona. Pero no ha ganado, ha quedado segundo.

-El bueno siempre es el primero.

-Sí. La mentalidad es ganar. Desde pequeños. A los españoles, si nos comparamos, les gusta más tener la pelota.

-¿Pero sería posible?

-Sí, pero después de un proceso. El futbolista italiano madura más tarde porque tiene menos posibilidades de llegar a la Serie A. Y la Segunda División es muy dura. Si hubiera equipos filiales como en España o un campeonato de segundos equipos como en Inglaterra, lo facilitaría. Aquí, cuando acaban de juveniles solo pueden ir a un primer equipo. Es un salto muy grande y son demasiado jóvenes. Pero están estudiando crear un segundo equipo, como ya pasaba en mi época.

-Han transcurrido 35 años del título mundial de Italia. ¿Fue aquel el momento más álgido de la selección y el actual el más bajo?

-No, también en el 2006, cuando fuimos campeones, había un gran equipo con Pirlo, Totti, Gilardino… Una generación muy buena. Espero que volvamos a ver algo así, pero necesitamos tiempo.

-¿El de ahora es el más bajo?

-Sí. Debemos hacer un cambio generacional, como han hecho países como España o Alemania. Espero que en la Eurocopa del 2020 tengamos una selección más competitiva.

-Usted trabajó con la selección sub-21. ¿Tiene esperanzas en ese grupo?

-Sí, hay jugadores.

-Fue su última visita a la ciudad de Barcelona.

-Coincidió con la muerte de Cruyff. Estábamos en Andorra, con la sub-21. Francesco [Francesco Luti, un amigo, presente en la entrevista], me lo dijo. ‘Tenemos que hacer algo’, pensé. Cogimos una camiseta de Italia con el 14 y la llevamos todos al estadio.

-Se sentía muy próximo a Cruyff.

-Sí, le admiraba desde nuestra época de jugadores. Debuté con la selección contra Holanda. Él metió dos goles. Tenía 27 años, yo 20. Aquella Holanda era una novedad absoluta, algo totalmente nuevo.