Emiliano Galindo es uno de los primeros emprendedores de Candanchú. Este montañés nacido en Aísa hace 67 años, está vinculado a la estación del Valle del Aragón hace más de medio siglo. Galindo vio crecer y explotar Cadanchú en los ochenta. Pero hace pocos años llegó la dura competencia con la vecina Formigal. Esto, junto a la falta de nieve y la crisis, ha supuesto un gran hándicap para la estación más antigua de Aragón. "Se ha invertido mucho dinero público en Formigal, Cerler, Panticosa y las estaciones de Teruel. Ha habido temas politicos y personales por en medio. No se ha sido justo con nosotros y nos ha comido muchos clientes", explica Galindo.

La familia de Emiliano Galindo se dedicaba a la ganadería, pero también estuvo vinculada al deporte del esquí. "A los cuatro años ya llevábamos esquis que nos hacía mi difunto padre. Íbamos saltando campos con unas katiuskas y el que hacía virajes era un virguero". Su padre fue alcalde del municipio en el franquismo durante 23 años. Emiliano pronto se puso a trabajar en el refugio de Santa Cristina. El edificio pertenecía a Montañeros de Aragón. "Allí pusimos en precario la primera tienda de esquí. No tenía ni calefacción. Trabajaban con mis tíos Miguel y Matías, mi mujer Asun y mi cuñada". En los años sesenta los accesos hasta Candanchú eran tercermundistas. "Pocos tenían coche. La gente tenía que venir en el canfranero y después se ponían a andar hasta Candanchú. Les costaba cinco o seis horas llegar. Se subían las maletas al Hotel Candanchú con unos mulos. ¡Eso sí que era amor al deporte!", explica.

Los mejores años

Candanchú tenía cada vez mayor fama en el territorio nacional con La Molina y Nuria. "Candanchú fue la primera estación en España que organizó cursillos de esquí. Cogió tanta fama en los setenta que había cada fin de semana hasta mil cursillistas". Con 19 años Galindo entró en la Escuela Española de Esquí y ha sido profesor nada menos que 48.

Después de catorce años en el refugio de Santa Cristina, los militares embargaron la parcela. Los Galindo se tuvieron que buscar la vida. "Estuve un año hecho polvo. Pero me compré una parcelita y desde hace 35 años tengo Deportes Galindo. Es la primera tienda de Candanchú", explica.

Asun y Emiliano tuvieron dos hijas, las dos grandes esquiadoras. Paloma se quedó en el camino, pero Ana triunfó en la élite internacional. "Paloma era muy buena. Pero en su plenitud tuvo un enfrentamiento con su entrenador. Todos los privilegios eran para Blanca Fernandez Ochoa".

Ana ha sido una de las mejores deportistas de Aragón. Fue olímpica en Nagano y Lake Placid. A su calidad unía su gran arrojo y valentía en la competición. "Ana era pequeñita, pero muy valiente. Llegó muy alto, pero habría llegado más arriba si no hubiera tenido tantas averías. ¡Y lo que le espera!". En los Juegos de Nagano luchó sin suerte por las plazas de honor. "Le iba fenomenal. Las condiciones eran buenas, con una pendiente continuada. Pero se saltó una puerta en la primera manga. Se pegó una hora tirada en el suelo con una llorera tremenda", recuerda Galindo.

Galindo tiene dos nietos. Ibón tuvo que dejar por problemas de salud el esquí. Pero Ángel Gárate va para figura. "Tiene 15 años y lo veo muy parecido a Ana. Pero hay que esperar a que se haga mayor y no se estropee". Emiliano ya está jubilado, aunque sigue al pie del cañón. Ahora ya va a dejar el testigo del negocio a Ana. "Llevará la tienda con mis sobrinos y Paloma le ayudará los fines de semana".

A punto está de finalizar una temporada de esquí que Emiliano no olvidará facilmente. "Ha sido peor de lo que esperabamos. Ya me lo olía aunque hubiera nevado. Lo malo es que esto repercutirá en la primavera y el deshielo no va a llegar ni al río". Ahora Galindo volverá a vivir a Jaca. Pero la cabra tira al monte. "Candanchú es Candanchú. En primavera y verano subo con la mochila a andar por el monte". También es un amante de la caza y de la pesca. "Y en otoño me dedico a buscar setas", apunta.