—¿Qué sensaciones tiene?

—La colectiva mal, lógicamente, por no haber sido un equipo ambicioso, competitivo. Creo que hemos sido indolentes en alguna parte de la temporada. Y con la impotencia de no sacar el partido contra el Estudiantes después de que vinieran 10.000 personas a vernos. A nivel grupal, bastante jodido. A nivel personal ha sido una temporada muy difícil para mí con el tema de las lesiones, jugando muchos partidos muy tocado, y he acabado con mejores sensaciones.

—Usted solo se había perdido un partido oficial hasta este año y este apenas ha estado sano. ¿Qué ha pasado?

—Me perdí una vez un partido por un esguince de tobillo contra el Real Madrid. Este año empecé con una serie de molestias y no hemos sido capaces de solventarlas del todo. Me han estado volviendo toda la temporada, los tratamientos al menos me permitían estar presente y por las necesidades del equipo y las exigencias del deporte de élite ha hecho falta que yo estuviese en las condiciones que fuese. He dado lo que he podido pero, lógicamente, el nivel... Me hubiese gustado que fuera más alto pero no he podido hacerlo mejor porque físicamente he estado mal.

—¿Qué explicación le da a que el equipo no haya funcionado?

—No sabría decir exactamente qué ha pasado. Está claro que éramos un grupo muy unido y no solo fuera de la pista, dentro también, hasta Navidades. Teníamos un partido contra la Penya y, a partir de ahí no sé cuál es exactamente el motivo pero empezamos a no estar tan a gusto en la pista. Ha habido de todo, partidos que podíamos haber ganado si hubiéramos estado más juntos, partidos que no hemos competido. Hemos ido salvando los match ball que hemos tenido, los partidos con los equipos de nuestra Liga, menos el del Estudiantes. Eso es lo que nos ha salvado.

—El presidente dijo: «Ha habido jugadores pero no equipo». ¿Está de acuerdo?

—Creo que para hacer un equipo hace falta un proyecto y este año lo que ha sucedido es que había muchos jugadores nuevos, otros que llevábamos solo un año. Salvo Norel no hay nadie que lleve muchos años en el club y eso es lo que te da equipo.

—¿Qué sucede en Badalona?

—No tiene una explicación. Si la supiera la diría encantado. Porque si lo supiéramos hubiéramos hecho todo lo posible por solucionarlo cuanto antes. Que es lo que hemos intentado pero no hemos sido capaces. No hemos sido capaces, es así. Cambio de entrenador, no hemos sido capaces. Firma de jugadores, no hemos sido capaces. Es una dinámica.

—¿Es muy frustrante?

—Sí, sobre todo por no ser competitivos sabiendo, como dice el presidente, que hay buenos jugadores. Pero no se ha conseguido hacer la piña que éramos al principio. Eso también quiero decirlo, al principio del año éramos muy cautelosos porque teníamos un equipo muy justo. Empezamos como un equipo muy unido, muy fuerte, sacando la victoria en Málaga, jugando muy buen baloncesto con Andreu. Y de repente parecía que nuestros objetivos habían cambiado, que no era salvarse sino jugar la Copa. Igual pecamos un poco de euforia todos. Y el equipo estaba un poco cogido con pinzas porque, como también dice el presidente, era un año de transición. Así que hay que tener los pies en el suelo todo el rato.

—Pareció sintomático que usted dejara de colgar selfies tras las victorias. ¿Por qué lo hizo?

—Soy un desastre en las redes sociales, así que eso no es algo muy llamativo. No creo que sea sintomático de que haya habido mal rollo entre nosotros porque no ha habido mal rollo entre nosotros. La parte positiva de haber sacado esto adelante es que ha habido buen rollo, no ha habido ningún loco en la plantilla que haya ido por su lado.

—Usted es un jugador de equipo. ¿Cree que todos lo han sido o ha habido demasiada individualidad?

—Es necesario en un equipo que haya jugadores de equipo y jugadores no que miren su interés sino que, a través de su egoísmo, hagan mejores al equipo. Pasa en todos los equipos. Recuerdo mi primer año con Carroll, que el tío no pasaba un balón. Pero claro, metía 18 puntos y todos le buscábamos. Tiene que haber de todo. Pero no creo que en este equipo haya habido nadie que haya mirado solo por su interés.

—¿Qué le parecio la destitución de Casadevall?

—En todas las destituciones, lo más fácil es cambiar al entrenador. Es lo más barato. Es el primer movimiento que pasa en todos los clubs. Nosotros tomamos la decisión de cambiar de entrenador y yo como jugador poco puedo decir. Estaba cómodo con Andreu, he estado cómodo con Luis, estuve cómodo con Joaquín. Además yo no estaba acostumbrado a cambiar de entrenador, tuve dos en seis años en Canarias y aquí he tenido tres en dos años.

—¿Por qué el equipo no ha mejorado con Luis Guil?

—No ha sido capaz o no hemos sido capaces nosotros. El día del Obradoiro sí dimos un cambio grande, luego hemos sido competitivos algún partido pero no hemos acabado de darle toda la vuelta de tuerca que todos esperábamos. Tampoco sé el motivo porque si no no hubiéramos perdido contra Estudiantes ni en Manresa. Hemos intentado cosas distintas pero también lo intentamos con Andreu.

—¿Cómo ha vivido las últimas semanas? ¿Temió el descenso?

—Son semanas desagradables sobre todo porque que una ciudad como Zaragoza tenga un equipo en LEB no podía ser. Lo pasas mal, sinceramente. El sentimiento desde dentro ha sido de impotencia y frustración porque hemos trabajado bien y no hemos sacado las cosas adelante.

—¿Y en Manresa?

—Otro motivo más de frustración. Ver que empiezas el partido muy mal pero que luego tienes la suficiente solidez y madurez para ir acerándote en el marcador, ponerte por delante, a diez puntos a falta de tres minutos y de repente ves que te empiezan a meter triples, dos más uno... Y acabas yendo a la prórroga y perdiendo contra un equipo que no se juega nada pero que va a muerte a cada balón. Nos ha pasado más de una vez y no hemos aprendido de esos errores.

—¿Qué se le dice a Jelovac?

—Acabando un partido un miércoles como compañero lo que haces es que le das la mano y le animas a que el próximo día esté lo mejor posible y se olvide del error que ha cometido. Nada más. No nos olvidemos de que somos un equipo y que todos tomamos decisiones a muchas más revoluciones de lo que la gente se cree. Y a veces las tomas bien y otras te equivocas. Pero no perdimos solo por eso. No todo fue su responsabilidad.

—No imaginaría esto cuando llegó.

—No y no es algo que esconda. Yo vengo al CAI porque lo consideraba un club muy parecido al Gran Canaria, un proyecto asentado, con gente muy experimentada en la toma de decisiones. El primer año no hicimos el año que esperábamos, pero cómo nos rehicimos pues se ha visto que no lo hicimos de la manera correcta. Así que a nivel personal también frustrado.

—¿Le han dicho algo de su futuro?

—No. Tengo contrato y no sé nada más.

—¿Quiere cumplirlo?

—No tengo noticia de que no lo voy a cumplir. Me gusta Zaragoza y el club. Y, como a todos, me gustaría ganar más partidos.