--Tuvo momentos extraordinarios con la selección, con la que vivió partidos como el del 12-1 a Malta o la final de la Eurocopa del 84.

--Recuerdo que cuando marqué el 12-1 se me tiraron todos los compañeros encima, pero yo no sentía ningún peso. Cuando metes un gol así, es una locura. Si no me placa Gordillo, igual seguía corriendo ahora, 30 años después, de la alegría inmensa que sentí.

--La retirada le llegó de forma abrupta por una hipertrofia ventricular que le detectaron en el corazón. ¿Cómo lo digirió?

--Se digiere muy mal. Lo que pasa es que yo pienso que soy un hombre afortunado en casi todo, probablemente porque lo predispongo. Pero tengo la inmensa fortuna de contarlo, a diferencia de otros. Además, lo que a mí me vieron necesitaba un estudio para valorarlo y eso me dio un tiempo para encajarlo. Después de analizarlo mucho, creo que el estrés producido por determinadas circunstancias deportivas y personales me llevó a los problemas. Hoy en día hago vida normal y juego todos los sábados con los veteranos.

--¿No se marchó feliz?

--Tampoco puedo tener queja porque no estaban obligados a nada. Hablaban mucho, incluso el alcalde González Triviño, de que había que hacerme un homenaje, pero cuando pasaron las elecciones se olvidó. Institucionalmente, yo creo que el Zaragoza podía haberme ofrecido quedarme en el club, aunque, repito, ellos no estaban obligados. Lo triste de este club es que jamás le ha mostrado cariño a su historia.

--¿Qué se lleva del fútbol?

--El fútbol te hace ser más sociable, más comprensivo. La mayoría de los que están dentro son mucho más sanos de lo que la gente se piensa. Me ha dejado, además, muchos momentos buenos, alegrías.

--¿Ha perdido el Real Zaragoza su identidad?

--Absolutamente.

--¿Se puede hacer algo?

--Claro, muchas cosas. ¿Pero se pondrá conseguir, y no me refiero a futbolistas, con lo que configura actualmente el Zaragoza? Las dificultades son máximas. Paco Herrera me parece un profesional honrado, otra cosa es que a este equipo le dé la vida o que lo consiga. ¿Pero se soluciona algo subiendo a Primera? Económicamente, en este caso sí. ¿Pero de verdad tiene solución el club? Yo creo que, si no viene un nuevo accionista y esto se cae del todo, tampoco sería traumático empezar de cero. Antes estaban otros, ahora está García Pitarch y mañana no sé quién estará, pero la cúpula sigue siendo la misma.

--También existe una fractura social de complicada solución.

--No hay comunión y difícilmente existirá si no cambia la totalidad. Tiene que haber un nuevo proyecto, nueva gente. Y le digo una cosa: si llega, pueden contar conmigo. Yo no voy a ser un hombre que pida más de lo que este club está en condiciones de dar. Lo único que querré es que este club se acerque al prestigio que tuvo.

--Muchos exzaragocistas dicen que esta situación se veía venir, por el derroche, por la planificación, por la mala gestión... ¿Le pasó lo mismo?

--Hace dos o tres años me encontré con Agapito Iglesias y le transmití educadamente que no iban bien las cosas. A partir de ahí no he vuelto a hablar con él. Hay gente que me habla bien de él, yo no lo conozco lo suficiente. Lo que se debe asumir es que los ciclos se acaban, aunque tampoco sé cuál es la situación exacta del Zaragoza. Y yo creo que el máximo accionista sabe que este ciclo se ha acabado.

--¿Lo tiene claro?

--Si todos pensamos igual, que toca un cambio de ciclo y hay que empezar de cero, se trata de asumirlo y ya está. ¿Por qué no? Hay que romper con algo, y a veces las situaciones drásticas acaban siendo positivas. No lo deseo ni sé lo que va a ocurrir, pero a mí no me traumatizaría. Lo que sí está claro es que este ciclo ya no tiene sentido.