—Estuvo el sábado en La Romareda. ¿Cómo ve al Zaragoza?

—Sí y también he visto bastantes encuentros esta temporada. Estos partidos jugándote todo por abajo son más complicados, hay muchos nervios y menos fútbol. El Zaragoza intenta jugar bien, apuesta por mirar al rival y ante el Deportivo tuvo mala suerte, era un partido controlado y en una ocasión suya llegó un gol.

—¿Teme por el descenso?

—Yo creo que se salvará, que no tendrá ningún problema, pero lo tiene que lograr cuanto antes, para no llegar a las últimas dos jornadas en problemas. Después de un año tan bueno como el pasado, cuando se roza el ascenso, es lógico que la afición no esté contenta, que quiera más.

—De ser tercero y rozar subir a luchar por no bajar. Menudo cambio dio el equipo.

—La verdad es que fue una pena la temporada pasada, con la reacción que hubo y, el partido que menos se esperaba perder, se perdió. Estuve viendo ese encuentro con el Numancia y fue increíble, porque era de victoria clara y ese día fue un cúmulo de desgracias. Este año todo se torció desde el principio y hay que ver que el límite salarial no es de los más altos y es difícil estar arriba. La temporada pasada tenía un gran portero, que sigue, y un gran delantero, ambos marcaban las diferencias y eso te define mucho.

—Borja Iglesias. ¿Cree que no se ha acertado en su relevo?

—No era fácil, sus números fueron increíbles y era vital en el ataque. Y lo ha confirmado ahora en Primera. No es sencillo encontrar a alguien que rinda a ese nivel.

—¿Cómo ve a Marc Gual y a Álvaro Vázquez?

—Son dos buenos jugadores. Marc ya ha hecho algunas buenas temporadas, aunque parezca joven tiene experiencia y me gusta bastante. Con Álvaro no coincidí en el Espanyol, pero es un delantero con condiciones. Para mí ninguno de los dos es un 9 de referencia, como lo era Borja. Es que en los últimos años, primero Ángel y después Borja, eran dos buenas referencias, sabías quién era el ariete, el 9, ahora han jugado allí diferentes futbolistas.

—¿Con quién conserva relación en el Zaragoza?

—He estado en la Ciudad Deportiva y he saludado a Zapater, a Javi Ros, a Pombo, a los fisios y a la gente del club. Tengo buena relación y los veo con el ánimo de sacar esa situación complicada. Cuando las cosas no salen no es fácil, pero los he visto con energía de sacarlo adelante.

—Menciona a Pombo. Vive un año complicado.

—Ha jugado bastante y ahora menos, pero es un chico con futuro y con condiciones, que puede jugar en Primera. Ha hecho un buen papel en Segunda, es joven, le queda seguro por mejorar, pero cualidades tiene.

—El sábado fue a La Romareda con su niño de dos años y él vestía los colores zaragocistas.

—Estamos orgullosos de que haya nacido en Zaragoza y solo con eso ya hay un sentimiento especial nuestro hacia el club. Ahora es muy pequeño y le cuesta un poco decir el nombre del Zaragoza. Los de la India son más cortos (sonríe). Le explicaremos dónde ha nacido y lo que fue su padre y nos gustaría que sintiera los colores del Zaragoza.

—Se marchó tras temporada y media en el verano del 2017. ¿Con qué recuerdo?

—Muy bueno y, con la perspectiva del paso del tiempo, mejor. Disfruté mucho, estuve a gusto y no tuve ningún problema con nadie. La gente del club me dice que me echa de menos, eso quiere decir que ese cariño es recíproco. Para mí es importante eso.

—52 partidos en el Zaragoza y 17 goles sin ser delantero.

—En los números me quedé contento. Soy exigente, tengo carácter y siempre intenté que fuera una aportación lo más positiva posible para ayudar a esa camiseta. La lástima fue no cumplir ese objetivo del ascenso, pero me fui con una buena sensación, las cosas que se pudieron decir por fuera ya no fueron cosa mía.

—Tardó en resolverse su salida. ¿Se fue con un sabor amargo?

—Cada uno veló por sus intereses y había un contrato de por medio que respetar. Fue un tira y afloja, algo normal. Nos dimos la mano al acabar y ya está. Yo defendí lo mío, era lo que tenía que hacer. No me esperaba no contar, porque tenía un año más y un papel importante, no pensaba que iba a haber tanto cambio. Decidió eso el club, pero yo ya no tenía 20 años para coger e irme. Si tenía que aguantar hasta diciembre sin jugar lo habría hecho porque creo que después habría tenido oportunidades. Valoré todo y decidí irme. Si hubiera alargado ese tira y afloja habría sido más beneficioso para mí, porque ellos se habrían visto más exigidos. Lo que sí le dije al club es que a mí no me buscaran equipo, que nadie dentro del Zaragoza era mi representante. Si me tengo que ir, busco yo el equipo y no hago una negociación a tres bandas. A eso sí que no estaba dispuesto, las cosas no se hacen así. Les dije que mi futuro lo buscaba yo.

—¿Qué tal relación tuvo con Lalo Arantegui?

—Ninguna. En la negociación ya no hablamos y en el tiempo que estuvo durante mi última parte de la temporada, tampoco. Me dijo solo que la situación era la de no continuar, me mandó algún mensaje y poco más. Ningún recuerdo de él, ni bueno ni malo.

—Sus detractores dicen que en usted había un jugador de Primera a nivel técnico, pero le falló tener excesivo carácter.

—Que digan lo que quieran. Yo aseguro que sin mi carácter no habría llegado hasta donde lo hice, hasta debutar en Primera. Habría sido un jugador más. Antes era más difícil llegar de Segunda B a Segunda, el escalón era muy grande y me costó, llegué tarde. ¿Que podía haber tenido más éxitos? Quizá. Pero el sueño de jugar en la élite lo conseguí y mi carrera es bastante buena.

—Se fue a la India, al Goa y ahora al Kolkata. ¿Qué tal le va?

—Mi intención es estar un par de años más allí, estoy a gusto. Mi familia y yo nos hemos adaptado. Me falta un curso para ser entrenador y mi intención en el futuro es estar en un banquillo, ya sea profesional o amateur.