—¿Cómo afrontan el partido ante el Real Zaragoza?

—Con ilusion y optimismo, pero sobre todo con humildad, sabiendo que el Zaragoza es un gran conjunto, con buenos futbolistas y con alternativas para dominar diferentes registros. Si hacemos las cosas bien, estaremos en disposición de ganar, pero estamos con respeto por el tamaño del rival, que es un gran equipo.

—Pero el Zaragoza es decimocuarto, ¿que le falla entonces?

—Lo primero, que esta es una Liga que se ha equiparado, con mucha igualdad. Las exigencias de los contextos de cada club marcan esas urgencias y hablamos de un Zaragoza histórico, que lo normal es que esté en Primera. Existe esa urgencia por volver ahí. Y eso genera ansiedad en las diferentes situaciones. Desconozco de primera mano lo que ha pasado allí, pero sé que tienen que ganarnos si quieren estar en condiciones de optar todavía el playoff. Vendrán a Alcorcón con una exigencia y una presión añadida porque necesitan vencer sí o sí para estar ahí lo antes posible.

—¿Quién le llama más la atención del rival?

—Tienen jugadores con potencial de tres cuartos para delante en el campo. Cani posee un juego asociativo excepcional y cuentan con velocidad y desborde por fuera con Xumetra, Lanzarote o Ángel, que es un gran delantero de la categoría. Me gusta Zapater y Javi Ros tiene una capacidad de relación interesante en el mediocampo. Y atrás cuentan con jugadores con experiencia. Es un equipo versátil y sobre todo vendrá con la ambición de ganar.

—¿Lo ve al final en ‘playoff’?

—Tiene plantilla para ello, sin duda. Por eso hablo de esa exigencia y de esa presión que tienen en Santo Domingo. Es que si no ganan, se van a ver muy alejados de ahí. Por plantilla tendrían que estar en esas plazas.

—¿Qué le parece Raúl Agné?

—Lo conozco solo de las veces que hemos coincidido. Es un técnico que ama su profesión, que trabaja duro y que tiene clarísimo lo que quiere de sus equipos. Me merece todo el respeto porque creo que dignifica la profesión y me parece trabajador y honesto.

—En caso de caer en Alcorcón, Agné podría ser destituido...

—Son situaciones que se dan en el fútbol. El Zaragoza está en Segunda, donde la gente no está habituada a verlo, todo el mundo lo contextualiza en Primera, por la historia, los títulos... Eso genera una mayor exigencia. Es una de las ciudades grandes, uno de los históricos y eso lleva más complejidad en el día a día que lo que es solo entrenar. De corazón deseo que le vaya bien y al club en general. Tengo, como mucha gente, un sentimiento de cariño hacia esa entidad, quiero que solvente los problemas que pueda tener y que regrese pronto a Primera. Creo que la afición del Zaragoza es futbolera, muy inteligente y siempre está con su equipo. He ido a La Romareda muchas veces, también varias en esta temporada y la verdad es que una gozada ir a ese estadio.

—Agné lleva 14 partidos y usted en el Villarreal fue cesado tras 21 y en el Betis, ambos en Segunda, después de 14. Hay mucha impaciencia en el fútbol, ¿no?

—Es el fútbol moderno, que tiene cada vez menos continuidad en los entrenadores, en los jugadores y hasta en los directores deportivos. Hasta en Inglaterra, donde antes había mucha permanencia, cada vez duran menos los entrenadores. Hay que convivir con ello. No es lo ideal, sino que lo mejor es poder trabajar con cierta continuidad. Nuestra profesión y la de director deportivo se deben desarrollar con tranquilidad y perspectiva hacia el futuro. Pero al final el fútbol es presente, estamos expuestos a ello y debemos intentar gestionar esa realidad lo mejor posible, canalizar todo de la forma más natural, teniendo un equilibrio emocional, cuando la gente destaca tu trabajo y cuando lo critica.

—¿Cree que la camiseta del Zaragoza pesa más que la de otros equipos en Segunda?

—Para mí esta categoría es junto con la Championship inglesa las dos mejores segundas del mundo. Hay estadios maravillosos, la categoría ha crecido, y hay equipos que, por su historia, traen connotaciones y, dependiendo de cómo se afronten y de los entornos, son más complejas de llevar. Eso puede afectar también a los jugadores, a su rendimiento.

—Tiene 35 años y empezó a entrenar con 15. Lo tuvo claro...

—Empecé en un club de mi barrio de toda la vida, en el San Nicolás. Llevo 20 años entrenando y pasando por diferentes experiencias. Me considero un privilegiado, intentando siempre mejorar, aprendiendo de todo el mundo y de todo lo que vivo. Fue muy vocacional, lo sentí siempre, desde pequeñito lo tenía clarísimo.

—¿Iba ya al colegio con la pizarra para dirigir a sus compañeros?

—(Sonríe) Casi, casi. Lo compatibilicé con los estudios y sabía que por ganas, ilusión y trabajo no iba a quedar. Me saqué el último título de entrenador a los 21 años, aunque antes salía el título nacional cada cuatro o cinco años y me fui a vivir a otra ciudad para sacarlo. Hubo que luchar mucho, vengo desde el barro y por eso valoro mucho a todos los entrenadores, a los de élite y aún más a los de las categorías inferiores.

—¿Le faltó suerte en sus etapas en Segunda de más relumbrón, en el Villarreal y en el Betis? Era su momento para dar el salto.

—No creo en los momentos, sino en el camino, en acumular experiencias y aprovecharlas. A todo el mundo lo fichan y lo echan, es relativo ese éxito. Los dos ceses en el Villarreal y en el Betis fueron en playoff. Son experiencias maravillosas, como también la de Murcia, donde nos metimos en promoción cuando la lucha era por la permanencia o, en Os Belenses, que acabamos novenos en un equipo para solo salvarnos.

—¿Cómo está el Alcorcón? En su feudo se muestran muy fuertes.

—En casa estamos a buen nivel, con buenos resultados. La idea es mantener la fiablidad ahí y la línea de los últimas dos salidas, en Huesca y en Tarragona, donde sumamos 4 puntos. Este cuerpo técnico llegó con el equipo tercero por la cola, sabíamos lo que es el Alcorcón en Segunda, que nos restaba un camino duro y que la lucha por la permanencia va a ser tremenda hasta el final.