Toda la plantilla ha tenido sus mejores y peores momentos y partidos. Por supuesto, es algo lógico, porque además al Real Zaragoza como equipo le está sucediendo lo mismo. No hay más que ver la regularidad y disparidad de los resultados que está cosechando el conjunto aragonés. Dos triunfos, dos empates y dos derrotas. Dentro de ese contraste en el rendimiento, tanto individual como colectivo, hay un elemento que se mantiene invariable y con un rendimiento que nunca baja del notable: Cristian Álvarez.

La mejor noticia es que, valga la redundancia, no es noticia su gran rendimiento. Sigue en sus trece, siendo un portero diferencial, un guardameta que aporta seguridad y que evita goles que valen puntos. Cuesta recordar cuál fue su último encuentro mejorable y continúa a un nivel que, en ocasiones, roza lo extraterrestre, especialmente tratándose de Segunda División.

Contra el Lugo dio otra exhibición. Y cuesta creerlo viendo el resultado final, un 0-2 que costó una dolorosa derrota, pero pudo ser bastante más abultada, al estilo del triunfo del Real Zaragoza en Oviedo de hace poco más de dos semanas. El argentino sostuvo al equipo en la primera mitad con sus meritorias paradas y nada pudo hacer ante el golazo de Pita desde el centro del campo, un tanto ante los que solo queda aplaudir. Voló en la falta de Cristian Herrera que golpeó en la madera, pero el argentino hubiera llegado. Se estiró milagrosamente para detener el mano a mano con Iriome y permitió que el Zaragoza se marchase con vida al descanso para acometer con esperanza la segunda mitad, que no era poco a tenor de lo visto en el primer acto.

En la segunda parte también despejó con acierto una buena falta directa de Kravets, pero nada pudo hacer para evitar el gol de Dongou. Salvó el primer remate como pudo, pero el exzaragocista marcó a placer (y en fuera de juego) el 0-2. Entonces los blanquillos intentaron ser un vendaval en ataque y el portero no tuvo trabajo.

UN SEGURO DE VIDA

Leo Franco, Whalley, Alcolea, Manu Herrera, Irureta, Saja... La inestabilidad en la portería desde el descenso ha sido acentuada y extraña, síntomas que perjudicaban al equipo. Vinieron porteros contrastados, pero no dieron la talla. Solamente el actual entrenador del Huesca se hizo con el puesto. Así, hasta la llegada de otro argentino como Cristian Álvarez. La titularidad indiscutible se la ha ganado a base de grandes partidos y su renovación en verano tranquilizó al zaragocismo,. Un mensaje de que hay portero para rato.

Este curso ha comenzado con la buena inercia de la pasada campaña, cuando fue un pilar fundamental del equipo. No hay muchos porteros que salven tantos puntos como Cristian y fue imprescindible para sujetar al equipo en la desastrosa primera vuelta, con números de pelear por descender, y para auparle a lo alto de la tabla tras el ecuador del curso.

Ha conseguido dejar la puerta a cero contra el Reus y el Real Oviedo, encajó un gol ante el Rayo Majadahonda tras un fallo defensivo y contra Las Palmas recibió gol en fuera de juego. En aquella segunda parte también volvió a ser el Cristian Álvarez amurallado, el que hace la portería pequeña con su tranquilidad y calma en los momentos de más tensión. Es un seguro de vida y un fijo, porque nunca falla.