Julio, se acercan los 40 grados, pero arranca la pretemporada para los deportistas de invierno. Paradójico, pero real. Ayer una veintena de los mejores estuvieron en Zaragoza en la clínica de Iván Nasser, responsable de los servicios médicos de la Real Federación Española de Deportes de Invierno, haciendo las pertinentes pruebas de cara al comienzo del trabajo.

Uno de los más ilustres y que poca presentación necesita es Lucas Eguibar. Fue el abanderado español en los pasados Juegos Olímpicos de Pyeonchang. El donostiarra era una de las grandes bazas para romper la sequía de medallas que duraba desde Blanca Fernández Ochoa en el 1992. Así hasta que llegó Regino Hernández y logró un épico bronce en snowboard cross, su misma disciplina. Eso sí, el palmarés de Eguibar no se queda atrás: ganador de la Copa del Mundo en dos ocasiones y plata en el Campeonato mundial de Sierra Nevada en el 2017 en individual y por equipos junto al propio Regino.

«Me vine con un poco de mal sabor de boca, pero no solo por el resultado de Sierra Nevada. Sé que tengo nivel para estar arriba, aunque en las carreras pasa de todo y es lo que hay. Pasé unos días malos, pero estas cosas te hacen crecer», recuerda el donostiarra.

La historia de Lucas Eguibar es la de un deportista que encaja los golpes y sale más fuerte de ellos. Nunca se rendirá hasta alcanzar la medalla olímpica. Su hermano mayor tuvo un grave accidente de moto en el 2013 y, el año pasado, tuvo que sobreponerse al fallecimiento repentino de Israel Planas, su entrenador.

Eso le cambió la forma de ver la realidad: «Son cosas que pasan y con lo de mi hermano ya me hice a la idea de cómo es la vida. Parece que vivimos siempre en un sueño y nosotros más por tener la suerte de dedicarnos al deporte. Viajamos, hacemos amigos, vivimos con nuestros entrenadores, hacemos snowboard todo el día, que es lo que nos gusta, y al final vivimos en una realidad que no es como tal. No somos conscientes de lo que puede pasar y lo de mi hermano me hizo ver lo que es la vida».

Está contento, con ganas de arrancar otra pretemporada y con la Copa del Mundo y el Campeonato Mundial de Estados Unidos como principales objetivos.

En el caso de Juan del Campo, esquiador de descenso supergigante, eslalon gigante y eslalon, el Mundial lo disputará en Are (Suecia) y no cambia la velocidad por nada. Por ello también es un entusiasta de la moto. «Me encanta esa sensación sobre los esquís porque eres tú el que te lanzas a pelo, haces la velocidad y creas la fuerza». «Y sin frenos», agrega riéndose.

Este año se marca como objetivo «seguir tirando para delante, empujar e ir recortando hasta ser de los mejores». Para ello arranca una rutina de entrenamiento muy intensiva. Primero a Grecia para trabajar apnea y control mental. Después a un glaciar a Suiza y a Argentina 35 días con gran carga de trabajo. El pasado año ya subió muchos puestos en el ránking y cada vez se acerca más a la élite. Trabajando así, lo logrará.