Vale, tal vez se lo merece, bueno, pero Fernando Alonso, que se ganó salir último por su error en la vuelta cronometrada del sábado, no merecía recibir un bofetón así. Alonso, que en las tres primeras vueltas adelantó a diez coches (Fisichella, Bruni, Klien, Baumgartner, Sato, Pantano, Massa, Heidfeld, Panis y Da Matta), vio frustrado su sueño de alcanzar el podio por errores tácticos incomprensibles del play-boy italiano Flavio Briatore y el británico Pat Sydmonds, responsables del team francés.

"La idea", explicó el propio Alonso nada más bajarse del coche tras haber perdido unos cinco kilos, "era hacer dos paradas. La primera en la vuelta 9 y la segunda en la 32". Alonso entró en la vuelta 9, más o menos como el resto de rivales, pero se encontró con la sorpresa de que Briatore&Cia habían decidido cambiar de táctica: en lugar de ir a dos paradas, irían a tres. ¿Razón?. Ninguna. O sí: "Hemos visto a Fernando atascado". ¿Atascado?, ¡pero si se libró de 10 rivales en tres vueltas!. El atasco sólo estuvo en la mente de Briatore y de Sydmonds.

Así que al Renault nº 8 sólo le pusieron combustible para 15 vueltas más, cuando lo normal hubiese sido que le pusieran gasolina para 23 giros más. Alonso salió como una flecha y, de pronto, se encontró en ocatava posición, pegadito a David Coulthard (McLaren). En el giro 23, Alonso superó a Coulthard al final de recta, frenando más tarde y mejor que el británico. De nada le sirvió, porque Briatore y Sydmonds no miraban en esos momentos los monitores de la carrera. ¿En que? ¿en quién pensaba Briatore en ese instante?. A Alonso le inyectaron 110 litros de gasolina y lastraron su bólido con 100 kilos, lanzándolo a una carrera imposible. "Fue imposible alcanzar a Cooulthard".