Apenas acaba de amanecer cuando Sergio Cubero abandona su casa camino de la obra, donde trabaja como electricista con un amigo. Mientras los cables, las conexiones y los enchufes se lo permiten, este joven zaragozano prepara su ingreso en la Policia Local para construirse un futuro más esperanzador. Y después de cumplir con todas sus obligaciones, al caer la tarde descarga adrenalina lanzando patadas durante dos horas sobre un tatami vestido con kimono. Su sacrificio diario acaba de tener recompensa: el próximo mes de noviembre viajará hasta Monterrey (México) por primera vez como miembro de la selección española de categoría absoluta para competir en el Campeonato del Mundo de kárate.

Al otro lado del océano esperan potencias como Rusia o Francia. Cubero es el único novato de los siete componentes del combinado nacional, vigente campeón europeo y mundial. Pero el aragonés no se achica: "Voy a pillar medalla. Seguro", dice. "Es la ilusión de mi vida y para eso me entreno cada día", afirma el deportista aragonés, de 22 años.

Un competidor precoz

Siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, Sergio empezó a practicar el kárate cuando cumplió 6 años en un gimnasio de su barrio, Las Delicias. A los 12 se inició en la competición, y sólo dos temporadas más tarde conquistó el bronce en el Campeonato de España infantil, un premio que ha repetido tanto en el 2004 como en el 2003, pero ya en categoría sénior (-65 kilos). El karateca zaragozano siempre se topa con la misma roca: el catalán Santiago Bayo. "Ya me ha interrumpido mi camino en cuatro semifinales. Siempre que se enfrenta a mí tiene mucha suerte", se lamenta. El palmarés de Sergio Cubero se amplía con otro tercer puesto en el Nacional júnior del 2002 y varios títulos de campeón de Aragón, además de una participación en un encuentro internacional entre las selecciones de España e Italia, que se celebró el año pasado.

Después de dos entrenadores, José Antonio Maura es ahora quien guía sus golpes en el Gimnasio Aragón. "Soy consciente de que no se puede vivir del kárate, pero yo estoy enganchado. No sé por qué me gusta tanto", confiesa. A Sergio le enrrabieta la escasa difusión que alcanza esta modalidad deportiva, e incluso en su propio entorno familiar encuentra desánimo. "En casa están orgullosos de mí, pero a mi madre no le hace demasiada gracia. Dice que, para cuatro perras que te dan si ganas, no merece la pena tanto esfuerzo", reconoce. Pero también recibe gestos de aliento que mantienen viva su ilusión : "A mi padre, en cambio, se le cae la baba conmigo", concluye el deportista zaragozano.