Sólo uno se fue por propia voluntad, sin ocultar que había fracasado estrepitosamente: Rudi Völler. Era el que tenía más motivos para agarrarse al cargo de entrenador, por la ilusión de dirigir a la selección alemana en el Mundial-2006 que organizará su país. Pero Völler dejó pasar la amarga noche de la eliminación ante la República Checa para anunciar su dimisión, consciente de que no tenía ninguna excusa.

Tampoco la tenían Iñaki Sáez ni Giovanni Trapattoni, pero ellos no dieron un paso que les habría honrado. Como lo dio José Antonio Camacho hace dos años, asumiendo que España no podía perder contra Corea del Sur. Como lo dio el francés Roger Lemerre, en la eliminación en la primera fase del entonces campeón mundial. Como Frank Rijkaard en el 2000, después de que Holanda cayera en la semifinal de la Eurocopa porque sus jugadores fallaron cinco penaltis. A Sáez le forzó la renuncia el clamor popular; a Trapattoni le destituyó la federación italiana.

Más despidos

Marcello Lippi, que había anunciado su retirada de los banquillos, se jubilará con el equipo nacional en el Mundial-2006. Curiosamente, España también sigue esa tendencia de brindarle la selección a un técnico como premio final de carrera. Lo recibió Sáez y puede disfrutarlo Luis Aragonés. En Alemania, el candidato de consenso es el veterano Hitzfeld. Los tres países se han unido al protagonizar los fracasos más estrepitosos de la Eurocopa, aunque hay más despedidas. Jacques Santini dejará la selección francesa porque se comprometió con el Tottenham Hotspur antes del torneo, dolido por no haber recibido una oferta para renovar. El croata Baric, a sus 71 años, se va a descansar.

La pésima gestión técnica y táctica del equipo, y los fallos cometidos por no saber hallar soluciones a sus erróneos planteamientos les han condenado sin remisión. Sáez paga con el cese su obstinación por presentar ante Grecia la misma alineación que contra Rusia y los absurdos cambios ante Portugal: Baraja entró por Albelda, el zurdo Luque actuó de extremo derecho y Valerón ni siquiera jugó.

Trapattoni no supo controlar el revuelto vestuario, ni conservar un 1-0 ante Suecia, al quitar a Cassano y retrasar al equipo con defensas. Völler no movió el banquillo en los tres partidos, a la espera de que Ballack le solucionara la papeleta.

Pero las sustituciones también han salvado a entrenadores como Luiz Felipe Scolari. Se jugó la cabeza retirando a Figo del campo y le salió bien. El relevo del extremo, Helder Postiga, marcó un gol ante Inglaterra, y otro suplente, Rui Costa, anotó el 2-1. Por ahora, nadie le ha echado en cara a Eriksson que debilitara al centro del campo quitando a Gerrard y Scholes por Phil Neville y Hargreaves. "Voy a preparar el Mundial, a no ser que la federación diga otra cosa", dijo Eriksson, que se quejó del gol anulado a Campbell. El, de momento, ha tenido más suerte que sus colegas porque aún es seleccionador.