Aún no se ha ido y ya le echan de menos. En la despedida le daban ya la bienvenida. Unidos por un sólido lazo sentimental, amoroso, fraterno, tan duro como el nudo que se le atragantó ayer en la garganta impidiéndole hablar, Carles Puyol y el Barça se han emplazado a seguir juntos en el futuro. No saben cómo, de qué manera, pero sí saben que continuarán de la mano. El adiós fue breve, de ida y vuelta, tan efímero que ya se saludaban con el hola.

Tan seguro es que Puyol y el Barça quieren caminar juntos en el futuro, igual que lo han hecho con la misma fidelidad y devolución durante 19 años, como que el defensa ya no estará en el césped hasta cantar los 40. La lesión de la rodilla frustra, a los 36, el último deseo de Puyi de cumplir aquella edad en el cmapo y acelera su retirada como futbolista. "No podría jugar. Debo ser honesto con el club que me quisiera fichar y conmigo mismo", confesó.

Y apelando a esa honestidad, a la sinceridad que le ha caracterizado, como esa garra, esa resistencia al dolor, a su inigualable predisposición a mejorar, Puyol adelantó que tampoco estará el sábado sobre el césped del Camp Nou para llevarse el aplauso de la hinchada. "No estaré ni en el banquillo. Nos jugamos la Liga y tienen que participar los que estén bien", dijo, dolido en el alma por retirarse en el Auditori 1899. Vestido de calle, ante decenas de personas. Empezando por su madre (Rosa Saforcada), su hermano Josep Xavier, su pareja (Vanesa Lorenzo), amigos, compañeros, extécnicos, expresidnetes y directivos, representantes de la selección y la federación española (Iñaki Sáez, fernando Hierro, José Antonio Camacho, Jorge Pérez), a quienes dedicó su parlamento en castellano.

"No he encontrado una solución a mi rodilla y la seguiré buscando, ahora si la presión de tener que jugar. No puedo correr, ni jugar a pádel", explicó, resistiéndose a la capitular. Con la entereza y el aguante del futbolista que lo ha dado todo. Ese es el recuerdo que desearía que perdurara de él. Puyol conservará para siempre las vivencias de toda una vida.

"Más que los títulos, me quedo con la dimensión humana de este club", dijo el capitán, que interrumpió varias veces su parlamento por la emoción. Reticente a discursos, ayer se enfrentó desde un escenario a una platea de centenares de personas que despertaban todos sus sentimientos. Y haciendo honor a esa dimensión humana que ha disfrutado y ha cultivado, el recuerdo que mencionó de 15 años en el primer equipo, no era suyo. O lo era indirectamente. "Si tuviera que elegir un momento sería cuando Abidal levantó la Champions en Wembley por todo lo que significaba y porque pudo vivir un momento único".

Él, Puyol, ya lo había experimentado dos veces. En París y Roma. Ante el Arsenal, gracias a Valdés --"es un final de ciclo para Víctor y para mí, no para el Barça porque seguirá ganando", dijo de uno de los grandes ausentes, como Sandro Rosell, el expresidente--, y ante el Manchester United. Puyol avanzó que no será entrenador, ni ayudante, con lo que no acompañará a Luis Enrique la temporada próxima. Para el presidente, ha sido el mejor capitán nunca conocido y le ofreció continuar en el club. Lo refrendó Andoni Zubizarreta. "Sería un placer seguir acompañándote en el camino y seguir aprendiendo de ti", expresó el director técnico en un parlamento muy sentido.