Michael Robinson, antes de ser el mejor comentarista con acento del fútbol español, jugó su temporada más exitosa en el Liverpool (1983-84). Ganó el primer triplete de la historia de Inglaterra con aquel equipazo que dirigía Joe Fagan y en el que figuraban Souness, Dalglish, Rush y Grobbelaar. Es un infatigable contador de historias. Ríe y hacer reír con sus anécdotas. Como si no existiera la enfermedad que hizo pública y de la que habla con naturalidad.

—En una entrevista del 2002 decía que su mayor lealtad en esta vida, aparte de su familia, es hacia el Liverpool. ¿Lo mantiene?

—Sí. El mundo del fútbol ha cambiado mucho. El Liverpool, también. Pero su esencia no lo ha hecho. Eso te lo ofrece el público que siempre llena Anfield. Es realmente extraordinario porque la Premier actual se inventó hace 28 años o así y desde entonces no la hemos ganado ni una vez, pero no creo que tengamos ni un aficionado menos. Solo ganamos una Champions League y poco más. El Liverpool seduce. Siento el mismo romanticismo por este club. Me emociona cuando los veo hacerlo bien.

—¿Por qué no duró más su carrera en Anfield? Apenas una temporada y tres meses.

—Yo era tan del Liverpool que me cuestionaba a mí mismo constantemente. La primera temporada lo ganamos todo. Y luego fichamos a Paul Walsh, que yo pensaba que era muy bueno y amenazaba mi titularidad. Era justo el jugador que yo quería como fan para mi equipo. Entonces me fui a hablar con el míster. No quería que se me rompiera el corazón ni volverme un cínico con Fagan, al que adoraba. Él me comentó que era una estupidez e incluso me ofreció ampliar el contrato. Recuerdo que en Nochebuena me reuní con el Queens Park Rangers, que me hizo una oferta muy buena. El día del partido fui a recoger mis botas a Anfield y decir adiós a la gente.

—Hablemos del Liverpool actual. ¿Cree que Klopp ha dotado a sus equipos de una identidad propia?

—Sí. El actual Liverpool es muy parecido a su Dortmund. En gran medida se debe a que el fútbol es cuestión de espacios. Un campo de fútbol solo parece pequeño si está mal jugado. Si está bien jugado, parece un prado. Cuando pierdes el balón, tienes que procurar que el campo se haga chico, y cuando lo tienes, debes agrandarlo. El espacio no debes ocuparlo; debes acudir a él, con paciencia, y más con jugadores rápidos como Mané o Salah. Sería una inutilidad para el Liverpool jugar en la frontal como el Barça porque no hay huecos para explotar a los puntas.

—¿Y cree que Valverde ha logrado un estilo propio?

— Propio, no. Pienso que sería un lunático si viniese al Barcelona a intentar imponer un estilo. ¡No, no, no! Un club puede estar muchos, muchos años intentando encontrar una manera de jugar y que proporcione éxitos. Pocos clubs lo han logrado y el Barça encima ha hecho amigos, porque siempre ha jugado un estilo muy bonito. Valverde tiene mérito. El Barça, aunque parezca mentira, ha ganado un doblete, puede ser un triplete, en un periodo de transición. Se han ido Xavi e Iniesta, Busquets está entrando en el otoño de su carrera, no se está viendo una quinta de la Masía para tirar cohetes... Ha tenido que hacer retoques sin desviarse. Y ser un poco más pragmático, quizá porque no ha tenido un centro del campo boyante. Pero creo que eso no es cambiar el estilo, eso es hacer lo que se puede.

—Sobre la figura de Vidal han pivotado debates estilísticos.

— El Barcelona es cruel para muchos futbolistas. Henry era una de las grandes y contrastadas estrellas mundiales y llegó al Barça y parecía uno de los justitos, casi medio torpe y diésel. Y vino Ibra y desentonó. Me acuerdo cuando vimos la emergencia de Sergi Roberto y les decía a mis compañeros: ‘¿Que si es bueno? No sabéis lo bueno que es este. No desentonar aquí es la hostia’. Hay momentos en que Suárez parece un tuercebotas. Él nunca lo pareció ni en el Liverpool. Vidal sufre porque está en compañía de violinistas y él es un trombón.

—¿Cómo imagina la eliminatoria?

—Es la eliminatoria que nunca quise ver. Ya he avisado a mis compañeros que en la transmisión pueden esperar los comentarios más mudos de mi carrera (se ríe).

—¡Eso es imposible!

—Pienso que en principio el Barcelona es favorito, pero este es el mejor Liverpool desde que éramos importantes en los felices años 80. El Barça, no obstante, es un equipo muy adulto y tiene a un tal Leo Messi. Pienso que nunca ha nacido nadie como él. Desde su debut he visto cuatro ‘Messis’. Estamos en la cuarta versión de Leo. Su interpretación del fútbol es única. Le doy al Barça un 51% y al Liverpool un 49% de opciones.

—Eliminatoria igualada, pues.

—El juego del Barça nos viene como anillo al dedo. No me puedo imaginar al Barça renunciando a su estilo y a la pelota, sobre todo en el Camp Nou. Prefiere tener la pelota y ser protagonista. En ese escenario el Liverpool estará cómodo.

—¿Puedo preguntarle cómo va su partido contra el melanoma?

—Sí, porque me estoy tomando unas pastillas que están frenando los tumores en seco, pero no puedo seguir tomándolas mucho tiempo porque el cuerpo se hace inmune. No se sabe cuándo. Si se lo hace en un par de meses, chungo, porque sin ellas vuelven. Si es dentro un año, mejor. Pero las pastillas sí están frenándolos en seco. No me pueden curar, pero estamos en el plan de cronificar el cáncer, y en eso vamos bien.