Son las nueve de la mañana y ya hay un grupo de padres encaramado a la valla del patio del colegio La Salle Franciscanas para ver jugar a sus hijos, el equipo alevín de baloncesto de Agustinos. «Nos da un poco de pena no poder entrar», explicaba Cristina Puente, una de las madres, aunque «hay muchas ganas porque es algo que a los niños les gusta y les motiva».

Ya botaba el balón cuando Jean Pierre, de la misma edad, subía al tranvía con su madre para ir hasta El Olivar, donde se enfrentaría al Boscos. Paula Andrea Arias, que le acompañaba, se reía cuando decía que «por la mañana no ha habido ni que avisarle». «Cuando me he levantado él ya estaba de pie, tiene una emoción enorme», comentaba la que sí pudo entrar al partido como responsable de un niño menor de 16 años.

Paula Moragrega, del Club de Voleibol Barrio Santa Isabel de categoría infantil, aseguraba precisamente que lo que echarán en falta en esta competición que dio comienzo ayer es la compañía de los padres: «La gran mayoría de nuestros jugadores son menores de 16 años y dependen de sus padres para desplazarse en Zaragoza y fuera de la ciudad». Y añadía que en la gran mayoría de pabellones de Zaragoza no les dejarán entrar.

Irene y Ana también iban a jugar a baloncesto, sus padres les acompañaron hasta la entrada del Stadium Casablanca. Iban como visitantes, con el Agustinos benjamín. «Mi padre no puede entrar, pero lo verá por Twitch, o Stitcht o como se llame», aseguraba Irene mientras Ana contaba que con la mascarilla se cansan más, pero que ya se han acostumbrado. Así lo confirmaba también Luis Estella, cuyo hijo juega a balonmano en el Agustinos: «No les gusta llevar la mascarilla porque se ahogan, pero es una medida necesaria», comentaba desde el exterior del colegio intentando «ver lo que se pueda a través de la verja».

Pero incluso con las medidas pertinentes lo que más había este sábado en las pistas de Zaragoza era ilusión. «Es como una fiesta, como una noche de Reyes», describió el día Manuel Pérez, entrenador ayudante en el Stadium Casablanca infantil femenino de baloncesto. El preparador aseguró que «todo el mundo estaba muy nervioso, cuidando los protocolos para que todo saliese bien».

Nadie está acostumbrado a las circunstancias, y también la incertidumbre y la preocupación fueron claves en la jornada. Así lo relataba Diego Serrano, entrenador del EM El Olivar infantil masculino de baloncesto: «Tengo la esperanza de no lamentar volver a la competición de una manera tan prematura, con las medidas de seguridad pertinentes puede ir muy bien para todos».

Sara y Gimena, jugadoras de balonmano de categoría infantil en el Dominicos, que ganaron contra el Balonmano Moncayo, recalcaron en este sentido que «la mascarilla es un poco agobiante pero se supera» y añadieron que «si todas se la quitasen y cada una se fuese con su familia a casa sería un lío, volverían a quitar los partidos».

Nadie quiere que eso pase. Paula Gallán, entrenadora del Moncayo B femenino de baloncesto, de categoría cadete, cree que «la competición es bastante segura tanto para los niños como para todas las personas que se ven involucradas» ya que «se desinfectan todos los materiales utilizados, hay que lavarse las manos, se mantiene la distancia de seguridad en el banquillo, hay cambio de mascarilla en el intermedio del partido...».

Los equipos tienen sus protocolos y los implicados están dispuestos a ayudar. Por ejemplo, como contaron Sara y Gimena, «aunque los padres no podían venir para ver el partido sí que han entrado tres para asegurarse de que se cumplían todas las medidas establecidas».