Manu Córdova barruntaba que las condiciones para realizar una actividad de escalada en hielo en el Circo de Gavarnie podrían ser ideales. Era el pasado 29 de diciembre. «Un amigo que hizo esquí de montaña por la zona nos dijo que la montaña podría estar en buenas condiciones. También nos mandó unos mensajes Daniel Lanne, un miembro de la Gendarmerie Haute Montagne», explica Manu Córdova.

La cordada fantástica decidió movilizarse para el día siguiente. Jonatan Larrañaga llegó desde Benasque, Javier Bueno desde Huesca y Manu Córdova vino de Villanúa. Comenzaba esta intensa aventura el 30 de diciembre. «Quedamos los tres en Sabiñánigo a las cuatro de la mañana y nos fuimos en un coche a Bujaruelo. Comenzamos el ascenso hasta el Puerto de Bujaruelo, el refugio de Sarradets y llegamos al pie de la vía a las once de la mañana. La nieve estaba azúcar e inestable en la aproximación y andábamos con botas y crampones», explica Córdova. Para llegar a la base del tercer muro necesitaron cuatro horas y media y salvaron un desnivel de 1.500 metros. «La logística incluye el reparto de la vía, fundir nieve mientras uno escala, liar un cigarro para el compañero, todas aquellas cosas que a veces se pasan por alto, pero que hacen que una actividad se lleve a cabo con éxito», explicaba Córdova en la revista Desnivel.

Su objetivo era una columna de hielo en el tercer escalón del circo de Gavarnie. Se denominaba Un divo listo. Llegaba casi hasta los 3.000 metros, debajo de los Picos de la Cascada y por encima de la Gran Cascada. Es una línea de 200 metros abierta el 10 de marzo de 1997 por José Luis García, Jorge Pereira y José Manuel Fernández. «Era un problema hasta la fecha sin resolver, sin repetir, sin apenas información, solamente el grado... Todo un misterio», explica el escalador de Montañeros de Aragón.

La cordada pudo repetir la vía en un tiempo récord de cinco horas, cuando normalmente se emplean de 8 a 10 horas. «Hacía frío y estábamos a unos diez grados bajo cero. El hielo estaba duro y en unas condiciones muy buenas para escalar. Originalmente la vía se abrió en estilo artificial, con seguros precarios y sobre roca bastante mala. Nosotros la pudimos repetir en estilo libre y a vista. Solo se emplean las manos y los pies y se utilizan los puntos de seguro por si te caes. La progresión es más rápida, pero más comprometida», explica Manu Córdova.

Emplearon los pies de gato para escalar y llevaron piolet, tornillos, friends, fisureros y pitones o clavos. Los tres primeros largos de la escalada eran de una roca bastante mala. «Era una caliza rota, barro aragonés afrancesado», afirma con ironía Córdova. Eran 100 metros con un grado de 7a en escalada libre. El tramo final de la escalada acababa en El Aliento del Diablo. «Era el último tramo de hielo de sexto grado. Llegamos arriba a las cuatro de la tarde. Después llegó la hora de descender», afirma.

Larrañaga, Córdova y Bueno llegaron de noche al refugio de Sarradets y a las nueve y media de la noche llegaban hasta el coche en San Nicolás de Bujaruelo. Después celebramos el éxito tomando unos torreznos en Fiscal y cada uno se fue para casa». Días más tarde Córdova regresó a su querido Gavarnie y fue a la vía con Iker Madoz, Óscar Sanmartin y Ruben Sanmartín, del Centro de Tecnificación, para escalar dos colmillos de hielo junto al Aliento del Diablo. «Son dos largos de mixto de M8 y abrimos otros dos», concluye Córdova.