«Fue un gran acontecimiento en Zaragoza y tuvo una gran repercusión tanto de aficionados como de autoridades y medios. EL PERIÓDICO DE ARAGÓN llevaba cinco meses en los kioscos y no podía faltar a la cita, fue nuestro primer gran evento. Viajamos dos redactores y un fotógrafo. Fuimos en el avión con el equipo y los políticos, un par de días antes del partido. El ambiente antes de la final fue normal, de fiesta en las calles, sin problema entre las aficiones. Como anécdota, esos días tuvimos que cenar lo que pillamos en la neverita del hotel porque cuando acabábamos de trabajar ya estaba todo cerrado.

Llegamos pronto al partido y ahí ya se vio el contraste entre las aficiones. Los seguidores del CAI estaban muy tranquilos mientras los griegos ya armaban follón. Gritaban mucho y eran muy ruidosos. Dentro fue más de lo mismo hasta que empezó la lluvia de objetos. No sé cómo lo hicieron pero arrancaron los tornillos de los bancos de madera de la grada y los tiraron también. La policía estaba desbordada. Pasamos miedo porque no veías por dónde escapar o dónde meterte para protegerte.

Aquello debió estar como una hora parado. Creía que lo suspenderían, me extrañó que se volviera a jugar. Aunque no seguir podía haber sido peor. Los jugadores griegos también provocaron al público y al final todo eso les favoreció porque estaban más acostumbrados.

Después del partido tuvimos que ir al hotel a revelar porque no había sala de prensa en el pabellón. Viajábamos con un baúl con un laboratorio fotográfico, una ampliadora y una máquina para transmitir las imágenes. Había que hacer muy bien el proceso de revelado porque si no se fijaba bien la imagen con los líquidos, los negativos se estropeaban al poco tiempo. Tiré ocho carretes, que es lo que cabía en una tanda en la reveladora. En un partido de fútbol, por ejemplo, gastábamos dos carretes, 72 fotos. Llevaba una cámara para color y otra para blanco y negro. Una vez revelada había que poner la foto en un rodillo y hacer la transmisión. Si había alguna interferencia la foto llegaba rayada y había que repetir el proceso. Por eso había que elegir muy bien las imágenes».