Juan Eduardo Esnáider. Pocas veces tres palabras dijeron tanto. Suenan atronadoras. Implacables. Brutales. Así era él. Un delantero despiadado pero exquisito. Desalmado pero delicioso. Un mito para el zaragocismo. Un ídolo. Un símbolo. Nacido hace 45 años en Mar de Plata, llegó al Real Zaragoza con 20 años cedido por el Real Madrid. Hizo 13 goles en 29 partidos a las órdenes de Víctor Fernández y conquistó la Copa en el Calderón ante el Celta, aunque no jugó la final por sanción. Pero el año siguiente fue aún mejor. Contribuyó con un tanto sublime a la consecución de la Recopa, hizo 16 goles en 32 partidos y se ganó para siempre un hueco en el corazón del zaragocismo. El Madrid le recompró, pero no encajó y se marchó a Atlético, Espanyol y Juventus antes de regresar a Zaragoza, donde fue clave, con once goles, para esquivar el descenso y ganar otra Copa, aunque tampoco pudo disputar la final tras ser expulsado en el último partido de Liga.

Oporto, River, Ajaccio, Murcia y Newell’s Old Boys fueron sus últimos equipos como futbolista antes de ser segundo técnico de Michel en el Getafe y volver, en el 2011, al Zaragoza para mantener al filial en Segunda B. Dirigió al Córdoba y dehutó en Primera con el Getafe. Desde hace dos años, es técnico del JEF United Chiba de la Segunda Japonesa.

—¿Qué es de su vida? ¿Qué tal le va tan lejos?

-Estoy muy bien. Las pasadas navidades pude viajar a España y estuve de vacaciones en Madrid visitando a mis hijos Juan, Walter y a mis nietos Fernando y Juan. En Japón, todo fenomenal.

-¿Qué tiene de especial? ¿Tiene ganas de volver a España?

-Estoy encantado en Japón. Con su cultura, su organización y, lógicamente, me siento muy feliz de estar en el Jef United. Por el momento quiero seguir en Japón, pero tengo claro que siempre volveré a España. Es mi país por elección.

-¿Mantiene contacto con alguien del Real Zaragoza?

-Mantengo contacto con Alberto Belsué, que actualmente cumple la función de delegado del primer equipo, y también tenemos un grupo de WhatsApp los de la Recopa, así que seguimos en contacto y muy interesados con todo lo que pasa en el club. Estamos al corriente de la vida de todos y pendientes de cómo le va a cada uno.

-¿Qué es el Real Zaragoza para Juan Eduardo Esnáider?

-El club más querido y donde más disfruté como futbolista y viví los mejores momentos. Sin duda, insisto, es donde más querido me he sentido por la gente.

-¿Y qué cree que es Juan Eduardo Esnáider para el Real Zaragoza?

-Un jugador más que tuvo la suerte de conformar uno de los mejores equipos de la historia del club.

-¿Quién tuvo más suerte de encontrar a quién, usted al Zaragoza o el Zaragoza a usted?

-Sin duda, yo al Real Zaragoza.

-¿Gracias a quien Esnáider lllegó al Zaragoza?

-Tengo entendido que Pedro Herrera, entonces secretario técnico, fue quien me trajo al club.

-¿Cuál considera que es su mejor recuerdo como jugador zaragocista?

-Lo tengo claro. La final contra el Arsenal en París fue lo más importante. Pero por suerte tengo más recuerdos muy lindos. Por ejemplo, el gol a Las Palmas cuando volví al club. Me emocionó muchísimo.

-¿Cambiaría algo de su pasado en el club? ¿Se arrepiente de algo o tiene espinas clavadas?

-Cambiaría mis dos salidas del club. Me arrepiento de no haber hablado públicamente en esos momentos y que la gente supiese mi versión de los hechos. ¿Espina clavada? No, pero me gustaría volver al club, no sé cuándo ni en qué función.

-Ganó dos Copas pero no jugó ninguna de las dos finales por sanción. ¿Cómo las recuerda?

-Con un sabor agridulce. Sé que fui parte de esos logros, pero no jugar las finales me dolió muchísimo.

-Usted le dio mucho al Zaragoza, aunque quizá lo más trascendente, incluso más allá de la Recopa de Europa, sea la salvación del equipo tras su regreso en la segunda etapa. ¿Cómo se produce esa vuelta?

-No estaba jugando mucho en la Juventus y, en este caso, fui yo quien provocó mi vuelta al Zaragoza. Pedro Herrera seguía siendo el director deportivo de la entidad y facilitó las cosas.

-Quizá el episodio deportivo más triste de entonces fue aquel último partido ante el Celta. Su expulsión, sus problemas con algunos aficionados... ¿qué pasó realmente?

-Me sentí muy mal aquel día. Recuerdo que había hecho un gran esfuerzo para llegar a ese partido, pero no estaba bien porque tenia el cuádriceps roto. Y que me expulsaran fue un palo duro para mí, una desilusión enorme. De ahí que me enfadara mucho cuando me dijeron que me había hecho expulsar. En fin, un mal día que no empaña los grandes momentos vividos con los aficionados de ese gran equipo.

-Como jugador del Real Zaragoza marcó a todos los grandes en enormes partidos. ¿Se puede decir que aquí fue más feliz que en ningún otro lugar?

-Sin duda. Fui feliz en Zaragoza y me sentí realizado como futbolista más que en ningún otro lugar.

-Ahora se cumplen 25 años de aquel 6-3 al Barcelona en el que usted también destacó. ¿Cómo lo recuerda?

-Fue un partido increíble. Creo que nunca vi La Romareda tan llena y entusiasmada. Fui un afortunado de poder jugar ese partido. Teníamos un gran equipo y sentía que le podíamos ganar a cualquiera. ¿Sabe? Por partidos como ese a la gente le gusta el fútbol. Y a mí también.

-Hábleme de París.

-Aquella final fue el partido soñado. De vez en cuando todavía veo el partido. Por cierto, podría haber jugado mejor. Me salvé por el gol (ríe).

-Los jugadores de entonces siguen formando casi una familia. ¿Qué tal la relación con Víctor?

-Hay quien dice que acabamos mal. Ni mucho menos. No terminé mal con Víctor. En absoluto. Es más, sigo teniendo una buena relación con él.

-Aquel año, 1995, nació su hijo Fernando, ferviente seguidor blanquillo, que falleció a los 17 años como consecuencia de una enfermedad. ¿En quién se refugia uno para intentar superar la muerte de un hijo si es que es posible hacerlo?

-En primer lugar, he de dejar claro que eso es algo que no se supera nunca, sino que se aprende a vivir con un dolor inigualable. Por fortuna, tengo una familia única y extraordinaria que es mi mayor logro en la vida. Es nuestro refugio.

-Llegó en el 2011 como técnico del filial y responsable de la Ciudad Deportiva. Logró el objetivo de dejar al equipo en Segunda B pero se marchó al Real Madrid aun con dos años más de contrato con el Zaragoza. ¿Qué club se encontró entonces? ¿Qué había cambiado respecto a sus etapas como jugador?

-El club estaba muy cambiado respecto a mis etapas anteriores, pero me gustó muchísimo estar al frente de una de las mejores canteras del país. Disfruté muchísimo y el logro de la permanencia con el filial fue increíble, unas de mis mayores alegrías deportivas. La relación de la afición con Agapito Iglesias estaba muy deteriorada, eso se notaba mucho y no ayudaba a trabajar con tranquilidad en ninguna de las parcelas.

-¿Le gustaría entrenar algún día al Real Zaragoza?

-Es un sueño que me gustaría poder cumplir algún día. Ojalá se dé.

-¿Sigue al equipo? Las cosas no están saliendo como estaba previsto...

-Sí. El año pasado fue muy bueno y por esto todos estábamos ilusionados por pelear el ascenso esta temporada. No sé qué estará pasando, pero parece que Víctor Fernandez lo está encarrilando y me alegro muchísimo. En ello está, el equipo ha mejorado en cuanto a juego y resultados y le deseo mucha suerte, por supuesto.

-¿Ha cambiado mucho el fútbol desde que usted jugaba? ¿Y el futbolista?

-El fútbol, en mi opinión, ha evolucionado en muchos aspectos para bien. En organización, en infraestructura, en repercusión deportiva y social, en la atención a los futbolistas...también ellos están más preparados para la alta competición en lo físico, en su cuidado personal, en la alimentación y en su imagen. Las redes sociales han cambiado mucho al fútbol y al futbolista.

-¿Cómo le gustaría que le recordara el zaragocismo?

-Simplemente, como alguien que quiere mucho al club y que se entregó al máximo siempre. Eso es lo que me gustaría que recordaran.

-¿Le quedan sueños por cumplir?

-Sueño mucho. Hay un sueño que no quiero comentar, pero con lo que más sueño es con poder seguir disfrutando de la vida con mis seres queridos. Ese es mi gran anhelo y por lo que lucho cada día.