El balance es fácil de elaborar, por lo breve. La medalla de bronce en salto de altura de la incombustible y meritoria Ruth Beitia, que el 1 de abril cumplirá 35 años, es lo único positivo que el atletismo español se ha traído de los Mundiales en pista cubierta de Sopot (Polonia), que ayer finalizaron con un único récord del mundo, el establecido por el relevo masculino de 4x400 metros de EEUU (Kyle Clemons, David Verburg, Kind Buttler y Calvon Smith) con una marca de 3.02.13 minutos, superando los 3.02.83 de hace 15 años en Maebashi (Japón).

En Sopot, un equipo tan breve como sus éxitos (solo 13 atletas, de los cuales dos relevistas no compitieron) se ha rendido con una medalla y ningún finalista. Un eslabón más en una larga serie decadente de campeonatos fallidos que no hacen sino confirmar la recesión que vive este deporte en España ante la pasividad de su máximo mandatario, José María Odriozola.

La historia del atletismo en España en los últimos años es la de un deporte menguante. Ha acusado, más que otros, la disminución de recursos y, sobre todo, un inmovilismo paralizante. Todo ello se ha reflejado en los resultados. De los Juegos Olímpicos de Londres regresó con cuatro finalistas. Pero en los Mundiales absolutos no le ha ido mucho mejor. Logró una medalla y dos finalistas en Daegu 2011, y dos medallas y cinco finalistas en Moscú 2013. En los Europeos, ha pasado de las 15 medallas en Múnich 2002 (su techo) a las 11 en Gotemburgo 2006, las 7 en Barcelona 2010 y las 4 en Helsinki 2012. El próximo Europeo de Zúrich, del 12 al 17 de agosto, sentenciará definitivamente si este descenso de resultados en una constante inamovible. Muchos atletas se han reservado, pero las expectativas no son buenas, a pesar de que los Europeos son los campeonatos que mejor se adaptan al potencial de un atletismo español en alarmante recesión.