La selección española de fútbol sala logró ayer, tras imponerse por 4-8 a Portugal, una medalla de bronce en el Europeo de Bélgica, que si bien no sirve a los de José Venancio López para endulzar el sinsabor de quedarse por primera vez en once años fuera de la final, al menos sí servirá a España para reivindicarse como la gran potencia continental. "Nos hemos caído otras veces y siempre nos hemos levantado", advirtió en la previa el portero español Rafa, una frase que ejemplificó como pocas la actitud con la que España arrancó la lucha por el bronce.

Ayer, el rival de España no era Portugal, ni la meta el tercer escalón del podio, sino demostrarse a sí misma y, sobre todo, al fútbol sala mundial, que el conjunto español, pese a no poder ceñirse su quinta corona continental seguida, sigue siendo el mejor equipo de Europa. Un afán reivindicativo que se tradujo en una fulgurante puesta en escena de los de José Venancio López, que en los primeros cinco minutos pusieron a prueba desde todas las posiciones a un acertado Benedito, que tuvo que lucirse como nunca.

Pero ni la excelente actuación del portero portugués pudo impedir lo inevitable, el primer tanto del conjunto español, que encontró premio a su intensidad en un potente derechazo de Fernandao, que estableció a los seis minutos de juego el 0-1 para los bicampeones del Mundo. Un tanto que no aplacó la voracidad de la selección española, que apenas un minuto después dominaba el marcador por un claro 0-3, tras los goles de José Ruiz y Lozano, producto de robos de balón de los jugadores españoles. Abrumador dominio español que no lograron alterar ni los dos tantos de Portugal, pese a reducir a la desventaja (2-3). A partir de ahí España fue un ciclón y el bronce fue para él.