Un despiste imperdonable costó a España la victoria, que le dejaba en puertas de los cuartos de final. Fue cosa de Helguera, que se distrajo en el momento más inoportuno y permitió que Grecia alcanzase un empate con el que casi había dejado de soñar tras el gol de Morientes. Un tropiezo inexplicable en un equipo que tiene base más que suficiente para aspirar a subir en el escalafón y que volvió a echar tierra sobre su verdadero valor. Iñaki Sáez, que había tomado el pelo a todo el mundo sobre sus planes, no salió precisamente bien parado por haber sobrevalorado a un rival que no tiene mucho que ofrecer.

Con todo, la maniobra pudo haberle salido bien porque la selección española lo tuvo todo a favor para alcanzar el segundo triunfo y esperar a Portugal con seis puntos en la mochila. Morientes, que había entrado en todas las quinielas para quedarse en el banquillo, llevó momentáneamente a España el aire que le empezaba a faltar después de casi media hora de oscurantismo. La tenacidad defensiva de los rivales, aplicados casi exclusivamente a la presión y a los marcajes individuales, ponía en serio peligro los planes de España, que no tocaba con comodidad y no daba salida a la pelota. Se echaba en falta a Xabi Alonso, que tuvo que seguir esperando en el banquillo.

Después de dos días de torear a los periodistas, Sáez optó finalmente por no tocar el once que ganó a Rusia. Una decisión más arriesgada que lógica, teniendo en cuenta las trilladas referencias que tenía de la selección griega y el desgaste de algunos jugadores.

LAS RECLAMACIONES El panorama se puso tan sombrío que los seguidores españoles apenas tardaron 22 minutos en reclamar la presencia de Valerón en el campo. A Raúl debió escocerle tanto o más que le discutieran su papel en el equipo a raíz de su pobre actuación ante Rusia.

Para los de memoria frágil, a quienes se había referido quejoso en las últimas horas, dejó una aparición soberana en el área que abrió una brecha irreparable en la defensa griega. El madridista recogió un balón suelto tras un rechace, profundizó y dejó de tacón para Morientes, que se quitó de enmedio a su marcador con un movimiento de cintura, dio dos pasos a la derecha y superó a Nikopolidis con un fuerte disparo (m. 28). Lo primero que hizo antes de recibir los abrazos de sus compañeros fue señalar a Raúl como gran responsable de la jugada.

España no había hecho mucho más en ataque, pero tenía el partido dónde quería. Con mucho tiempo por delante y con los griegos obligados a abrirse, una situación en la que no están demasiado cómodos. Pues no se decidieron a hacerlo y siguieron con sus cinco defensas y sus marcas al hombre, quizás pensando en exprimir sus opciones de pasar ronda en un hipotético empate a seis puntos en la tercera jornada.

INCURSIONES DE JOAQUIN No será así porque Helguera la pifió en una jugada que dice poco de la atención con que ha sido estudiada la estrategia griega. Un saque de banda, un pelotazo cruzado desde la derecha y el balón para Charisteas ante la nula atención del madridista. El delantero heleno la pegó con el alma y Casillas no tuvo tiempo para reaccionar, aunque a punto estuvo de desviar la pelota con el pie (m. 66). Un tortazo que dejó en nada las brillantes incursiones por la derecha de Joaquín, sustituto de Etxeberría tras el descanso. En dos de ellas puso el balón en la cabeza de Raúl, que no acertó a rematar con eficacia y mandó la pelota por encima del larguero. Tampoco Valerón encontró los socios adecuados para abrir de nuevo la zaga griega, mientras que Fernando Torres, que fue el último recurso utilizado por Sáez para tratar de hacerse con el encuentro, no tuvo tiempo para casi nada.

Le faltó pausa y precisión a la selección de Sáez, que no mereció este resultado negativo que le obliga ahora a jugarse el todo por el todo frente a Portugal en Lisboa.