Matinal histórica para el atletismo español en la no menos histórica Breitscheidplatz de Berlín, al lado de la catedral medio derruida en la segunda guerra mundial. Álvaro Martín, un pacense de Llerena de 24 años, y María Pérez, una granadina de Orce de 22, consiguieron un doblete sin precedentes en los 20 kilómetros marcha, al conquistar el título europeo en una actuación conjunta trepidante, que incluyó también la medalla de plata masculina para el madrileño de 22 años Diego García y dos sextos puestos, el del defensor del título desde Zúrich 2014, el murciano de 30 años Miguel Ángel López, y el de la onubense de 23 Laura García-Caro.

España marcha a todo gas en su modalidad fetiche, que le ha dado ya 17 medallas en la historia de los Europeos, ocho de ellas de oro y tres conseguidas por mujeres. Desde que hace justamente 40 años el marchador de El Prat Jordi Llopart abrió el medallero absoluto con su inesperado oro en los 50 kilómetros de Praga-78, la marcha ha soportado el peso de la historia. También se cumplen ahora 32 años de la primera medalla femenina, el oro de Mari Cruz Díaz en Stuttgart-86, entonces en la paternalista distancia de 10 kilómetros. En Berlín, cuatro de las medallas españolas son de marcha, añadiendo a las de ayer el bronce del pasado martes de Júlia Takács en la nueva distancia femenina de los 50 kilómetros.

Lo mejor de ayer, aparte de engrosar el zurrón de metales, fue la consolidación de un cambio generacional largamente anunciado, pero que se ha hecho esperar. No hay que olvidar que en los 50 kilómetros, Chuso García Bragado compitió en sus séptimos Europeos consecutivos a sus 48 años. El marchador madrileño podrá descansar ahora tranquilo, si le apetece, tras la exhibición de Álvaro Martín y Diego García, que lograron sus primeras grandes medallas en la categoría absoluta tras prometer mucho como júnior y sub-23, lo mismo que María Pérez, esa pequeña granadina de 1,56 de estatura que se agigantó hasta el primer peldaño del podio con una reacción majestuosa en la última media hora de competición, cuando parecía desbordada por el ataque de la checa Anezka Drahotova y la italiana Antonella Palmisano.

No fue así. Pérez, que ya fue la mejor española en los Mundiales de Londres del 2017 (décima), adornó su definitiva irrupción en la élite con una reacción antológica que culminó con el primer puesto y una marca de 1.26.36 horas, que es nuevo récord de España, récord de los campeonatos y mejor crono mundial del año.

EL RETRASO

«La Federación no puede tener queja alguna con la marcha. Estamos haciendo un buen trabajo, tenemos un buen sector y, sobre todo, tenemos muy buenos entrenadores», aseguró la menuda campeona, que llegaba con el aval de ser la actual subcampeona continental sub-23. Ahora ya ha crecido, pese a los nervios que tuvo que pasar por los sucesivos aplazamientos de la salida, prevista para las mujeres a las 9.05 horas, pero que se efectuó finalmente a las 10.55, junto con los hombres, una vez resulta la alarma de seguridad en la zona por un sospechoso olor a gas, que los bomberos y fuerzas de seguridad revisaron, incluso en las alcantarillas, buscando su origen. «He sabido gestionar esos nervios oyendo música y calentando con auriculares», explicó María Pérez.

Los hombres enseguida se fueron por delante, formando un grupo muy numeroso de favoritos que no se deshizo hasta que, en el kilómetro 18, Álvaro Martín (oro con 1.20.42 horas) se fue con todo hacia delante, dejando atrás a Diego García (plata con 1.20.48) y al ruso Vasily Mizinov (bronce con 1.20.50). «Ha sido muy peligroso marchar en un grupo tan numeroso, con gente que nos podríamos haber quitado antes, porque había muchos codazos y mucha tensión», aseguró García, campeón de Europa sub-23 el año pasado, hijo de un periodista de Radio Nacional y gran aficionado a tocar el trombón.

Por delante, inalcanzable, llegó Álvaro Martín para consagrarse. Llevaba varios años probando. Fue sexto en Zúrich 2014 y octavo en los Mundiales de Londres 2017, pero ayer descolló con estrépito. «Estoy muy contento porque he hecho mi carrera. Es como un estudiante que tiene bien preparado el examen, llega el día y disfruta porque se sabe las respuestas», explicó Martín, que reivindicó la marcha española: «Somos una potencia mundial».