Luque sacó del atasco a la selección española, que hasta la salida al campo del deportivista en lugar de un desafortunadísimo Torres, había dejado un rastro muy inquietante y nada convincente. Un zurdazo del verdugo del Real Madrid en la pasada jornada de Liga aclaró el panorama ante Bélgica para el equipo español, en el que Luis Aragonés no acaba de dar con la tecla que le coloque en el camino de regeneración fiable. Raúl redondeó un triunfo con sabor agridulce ante un rival que jugó con 10 desde el minuto 28 y con 9 desde el 68.

El giro dado por el seleccionador para buscar un triunfo concluyente ante un rival muy discretito llevó a Xavi a convertirse en el verdadero faro de la selección en un arranque de partido realmente esperanzador. La presencia del barcelonista como titular en su primera convocatoria a las órdenes del nuevo técnico, en una posición similar a la que ocupa en el Barcelona, se proyectó como la solución idónea para dar agilidad y precisión en el último pase al juego de España. Su labor pudo haber estado abonada por un gol en el primer minuto del choque de El Sardinero, pero Fernando Torres falló lamentablemente a puerta vacía después de un gravísimo error del portero de la selección belga.

TORRES, DESAFORTUNADO Una acción que dejó marcada la actuación del delantero del Atlético, demasiado alterado durante toda la noche, lo que le llevó a precipitarse una y otra vez y a elegir casi siempre la peor opción. Para rematar su desafortunada puesta en escena volvió a desaprovechar otra clarísima ocasión a unos minutos del descanso. La primera vez que pudo asociarse con Raúl, su pareja de baile en ataque, aprovechó un forzado pase del madridista para encarar a Peersman. Cuando ya le había regateado y se disponía a marcar a dos metros de la línea de gol, trastabilló, descompuso la figura y no acertó ni a tocar el balón.

EL APAGON Entre esas dos oportunidades clamorosas, el juego de España se fue apagando progresivamente, coincidiendo con la mayor vigilancia sobre Xavi y la escasa colaboración que el azulgrana encontró para abrir la defensa belga. De ordenar el tráfico con exquisita clarividencia para habilitar los espacios adecuados a quienes tenía por delante pasó a ofuscarse ante la escasez de desmarque. Raúl no aparecía, Torres continuaba su particular calvario y los extremos no tenían el desborde que Aragonés esperaba. Joaquín se achicaba conforme avanzaba el encuentro y Reyes sólo empezó a entonarse cuando dejó de pisar la cal en la búsqueda de un mayor protagonisto.

Con esa falta de claridad y algún que otro desajuste defensivo, debidos casi siempre a la inseguridad de

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