Movimiento, movimiento!!", pedía el seleccionador nacional desde el banquillo. Era la clave del partido. Y Txus Vidorreta no se equivocó al pedir velocidad a sus chicos. Bueno, velocidad, y acierto anotador, y seriedad defensiva, y poder reboteador... España bordó el juego anoche en el Príncipe Felipe ante unos 2.500 espectadores y superó a Rusia por 101-81, conquistando una victoria que puede conducirle hasta la ansiada medalla. Hoy, a partir de las 21.00, tratará de imponerse a Italia para acceder a la final.

Si algo quedó claro ayer fue el liderazgo de Sergio Rodríguez. El base hizo auténticas birguerías con el balón, se convirtió en el rey de la asistencia (9), anotó 29 puntos y supo desquiciar al seleccionador ruso. Ninguno de sus hombres -y lo intentó con varios- pudo detener al ciclón del Estudiantes, que convirtió el partido en un espectáculo con el que arrancó ovaciones al público zaragozano. Alguno de sus compañeros, como Antelo, no quiso dejarle sólo en la lucha y abrió una brecha insalvable en el segundo cuarto hasta aportar 30 puntos de su cuenta particular al final del encuentro.

Sin embargo, los instantes iniciales no dejaron tiempo para la relajación. Aunque España comenzó muy concentrada, los rusos no querían despegarse de su espalda y, con dos mates incluidos, concluyeron el primer periodo sólo un punto por detrás de los anfitriones (17-16). Fueron diez minutos de emoción. Pero ya no hubo más. La máquina española empezó a funcionar a pleno rendimiento para acumular ventaja en el marcador mientras el técnico Rodionov sudaba la gota gorda, sumido en un caos absoluto a la hora de realizar sus cambios. Con 49-34 al descanso, había esperanza para la remontada visitante, pero Sergio Rodríguez estaba empeñado en anularla. España alcanzó los 20 puntos de diferencia a su favor en el tercer cuarto, y lo que siguió ya fue el delirio. Combinaciones perfectas para el regocijo de los titulares, y canastas de estreno para los no habituales, que disfrutaron de un par de minutos sobre el parqué.