Si la selección española de fútbol fracasa una y otra vez en la máxima competición, todo lo contrario ocurre con el fútbol sala. Aquí no tiene rival. Nunca se arruga cuando llegan los momentos delicados y siempre demuestra su solvencia. El equipo de Javier Lozano conquistó ayer su segundo Mundial consecutivo al tumbar a Italia en la final del campeonato de Taiwán (2-1) en otra exhibición de poderío y superioridad. Los goles de Kike y Marcelo encumbraron al combinado español, que fue muy superior a su rival.

Aunque España siempre ha sido una potencia en el fútbol sala, el seleccionador no tenía muy claro el rendimiento del equipo en Taiwán. La baja por lesión del ala Daniel (Boomerang) trastocó los planes de Lozano. Además, la masiva presencia de extranjeros en los clubs reduce poco a poco la materia prima de la selección. Sin embargo, el bloque español se quiso reivindicar en la prueba de Taiwán y repitió el éxito de Guatemala con todo merecimiento. "Estoy contento. Nadie, excepto cuatro locos, creía en nuestro equipo. Hemos realizado un trabajo excelente", comentó el técnico.

España se enfrentaba a Italia, pero era como hacerlo contra Brasil. El conjunto transalpino está formado por 13 brasileños nacionalizados, toda la plantilla menos el veterano Zaffiro y el enorme portero Angelini, que ayer no jugó por lesión. Algunos, incluso, juegan en España, como Seco (Playas Castellón), al que llaman Zanetti, y Dé (MRA Gvtarra), que lleva en la camiseta Pellegrini. Bajo ese disfraz, Italia se plantó en la final sin perder ni un partido. Incluso, había ganado a España en la segunda fase y en la final del último Europeo.

CUESTIpN DE TIEMPO Era una cuestión de tiempo. En el minuto 4 de la segunda parte, Marcelo provocó una falta y Kike adelantó a Españo con un fuerte disparo. El propio Marcelo sentenció el encuentro con un gol extraordinario (m. 30). Controló un balón ante la salida del portero, lo elevó suavemente con la izquierda y lo envió a la red con la derecha. Una obra de arte, el colofón a un brillante Mundial del pívot de Polaris Cartagena, que ha marcado nueve goles en el campeonato, lo que le valió la bota de bronce, por detrás de los brasileños Indio y Falcao.

A partir del 2-0, España se limitó a controlar el partido con mucho orden y calidad. Los italianos se lanzaron con todo al ataque, incluido el portero, que se convirtió en un jugador más, pero sólo pudieron marcar a 50 segundos del final.