Villa coge la pelota entre sus manos, baja la cabeza y las cejas al mismo tiempo y eleva una mirada criminal hacia la portería. Mientras depositaba el balón en el Camp Nou para repetir el lanzamiento del penalti que dio la victoria al Real Zaragoza, sus compañeros pedían explicaciones a Megía Dávila del porqué de la anulación del primer disparo, que acabó en gol. El delantero permanecía ajeno al alboroto, sumido en una concentración de tinte oriental. Volvió al lugar de los hechos y batió a Valdés. Dio la impresión de que si lo hubiera tenido que repetir mil veces, no habría fallado ni una este joven samurai.

En estos tiempos, tener un penalti equivale a poseer un Picasso . Por eso, cuando un árbitro castiga al rival con la pena máxima, el beneficiado se frota las manos. David Villa es el especialista del Real Zaragoza y lo era del Sporting de Gijón. En sus dos temporadas en las filas del conjunto asturiano logró 40 tantos, 14 de ellos de penalti y falló un par: Reinke, con el Murcia, le detuvo uno y otro se fue al cielo de Terrassa. Esta temporada su puntería, en su debut en Primera, ha respondido a la fama que le precedía: cinco disparos, cinco dianas.

Raso y fuerte

Sus víctimas han sido Murcia, Sevilla y Osasuna en la Liga, y Betis y Bar§a en la Copa del Rey. Lanza raso, fuerte y esquinado, acompañando el golpeo con la carrera de la celebración, como si diera por hecho que el error es imposible. Destaca por la sencillez con que ejecuta esa acción, sin más adorno que la eficacia. Parece fácil, debería serlo, pero no siempre la cercanía y el portero como único obstáculo son un seguro del éxito. "Siempre hago lo mismo al tirar un penalti. Confío en mis posibilidades y trato de no ponerme nervioso", descubre el goleador.

El penalti es una suerte traidora. Se ofrece sugestivo con los brazos abiertos y distrae los sentidos con su arrebatador encanto. Los mejores futbolistas han caído en la trampa, y hay grandes citas que se han decidido por un error. Entre ese rosario destacan algunas perlas negras com la de Djukic, cuyo tiro fue a las manos de González, del Valencia, y dejó al Deportivo sin una Liga en el último minuto del último partido. Baggio echó la pelota fuera en la tanda de penaltis de la final del Mundial de 1994 para delirio de Brasil, y en el repertorio español destacan los fallos a un paso de las semifinales de Eloy frente a Bélgica (Mundial de 1986), de Raúl ante Francia (Eurocopa del 2000) y de Joaquín contra Corea (Mundial de Corea y Japón 2002). En el aspecto individual, Palermo estableció un récord individual al desperdiciar tres penas máximas en un Argentina-Colombia.

Villa es humano y un día verá que la pelota no acaba en el destino previsto. Por el momento, ajusta el punto de mira en su mente y aprieta el gatillo...