El Real Zaragoza autorizó que Papunashvili, uno de sus jugadores más determinantes de la plantilla, se marchara a su país para tratar una lesión que en España no sanaba. El dolor en su tobillo izquierdo no cesaba, hasta el punto de que mermó considerablemente la confianza del jugador en los servicios médicos de la entidad. Así que Papu solicitó viajar a su país para ser evaluado y tratado por un galeno de su confianza, el de la selección de Georgia. Y el club accedió.

Pero lo que en principio iban a ser algo menos de dos semanas luego fueron tres. Y después cuatro. Casi un mes para curar un edema óseo en el tobillo y una inflamación de tendón. Cada demora contaba, eso sí, con el visto bueno del Zaragoza. Cualquier cosa con tal de que Papu regesara sano y salvo y listo para, por fin, jugar con asiduidad. Y sin dolor.

El georgiano regresó al fin el pasado domingo. La larga espera había concluido. «Está contento y animado», dijo Víctor Fernández el lunes. No lo está el técnico aragonés, al que le habían asegurado que su jugador llegaría en perfecto estado de revista y que solo necesitaría un plan específico de dos o tres días junto a Andrés Ubieto para integrarse en el grupo. La readaptación iba a ser rápida e, incluso, había opciones de que formara parte de la convocatoria para el partido del lunes ante el Cádiz. Nada más lejos de la realidad. Papu tampoco estará en el Carranza. Ni, con casi total seguridad, la jornada siguiente en La Romareda ante el Alcorcón. Así que, con la semana de descanso posterior al no jugarse el partido ante el Reus, Papu no volverá a enfundarse la camiseta del Real Zaragoza hasta el 28 de abril en Córdoba. Eso si no hay más recaídas o la inactividad pasa factura en forma de nueva lesión.

Porque el georgiano empieza ahora su pretemporada. En su larga estancia en casa no ha tocado un balón. De hecho, ni siquiera se ha calzado las botas, algo extraordinariamente llamativo habida cuenta del motivo por el que se marchó. A Papu le dolía mucho al golpear el esférico pero nadie sabe si ese dolor sigue ahí o no. Porque lleva un mes inactivo. Parado. Quieto. Su tratamiento se ha limitado a abordar el edema y la inflamación del tendón y, según han dictaminado las pruebas médicas a las que fue sometido nada más aterrizar en tierras aragonesas, ya no hay inflamación. Así que, al menos, algo ha ido bien. Pero no ha entrenado un solo día en su país. Solo cura. Nada más.

Ayer, el Real Zaragoza, que aseguró que el jefe de sus servicios médicos, Honorio Martínez, ha «supervisado y coordinado» el tratamiento desarrollado por el doctor georgiano Merab Vardudzkashvili, admitió, a través de un comunicado oficial, que Papu ha iniciado una larga puesta a punto que le mantendrá apartado del grupo hasta finales de la próxima semana. «Papu se encuentra muy recuperado de su lesión y ha iniciado la última fase, un trabajo de readaptación física al grupo y puesta a punto previo a comenzar a entrenar, al retorno al juego, con el resto de sus compañeros. Su incorporación a la sesión colectiva está prevista para finales de la próxima semana».

SORPRESA MAYÚSCULA

Así que su regreso se demorará hasta final de mes. La sorpresa fue mayúscula y la indignación y el estupor se apoderan del zaragocismo, incluidos diversos sectores del propio club, desde donde se asiste impávido a semejante espectáculo. «La información que me han dado no es la que me gustaría. Mi ilusión sería que entrenara con el grupo, pero parece que no será así», anticipó Víctor, contrariado, tras la victoria ante el Nástic.

No es la primera vez que un jugador solicita ser atendido u operado por un médico de su confianza. De hecho, es una situación habitual en el deporte de élite. Pero todo en este asunto desborda complejidad. Desde las demoras consentidas en su regreso a un tratamiento únicamente destinado a curar una inflamación sin abordar la cuestión principal y por la que se autorizó su marcha: el dichoso dolor al golpear. Así que Papu estará otras dos semanas aparte, sin saber si ese dolor permanece porque tardará en tomar contacto con el balón y es el club, el mismo que ha consentido tanto cambio sobre la marcha, el que debe ponerlo en forma para que, en el mejor de los casos, juegue dentro de un mes. Cuando quedarán solo siete jornadas para el final. Y Papu apenas ha participado en nueve. Ni Valle Inclán.