No es que el Real Zaragoza vaya a salir en la pole de la Copa de la UEFA. Ni es su meta ni va supeditar su proyecto a una competición tan imprevisible, larga y dura como ésta. Su objetivo principal seguirá siendo la Liga. No obstante, tiene una espina clavada en la memoria reciente de su historia, una especie de veneno que aún le recorre las venas como ácido sulfúrico después de sus dos últimas participaciones. En ambas cayó en los primeros compases, de manera ridícula en Polonia y no sin menos poca vergüenza en Ginebra. Por eso está obligado a mejorar su imagen, deteriorada en Europa por dos tropiezos considerables.

En la temporada 2000-2001, después de siete cursos ausente del continente, regresó vía UEFA pese a que en La Liga, como cuarto, se había ganado el derecho a participar por primera vez en la Copa de Europa. Resolvió el partido de ida de la primera ronda con un aplastante 4-1. El Wisla recibió en Cracovia al Real Zaragoza de Juan Manuel Lillo, y, después de ir perdiendo 0-1 al término de la primera parte (5-1 en el global favorable a los aragoneses), igualó la eliminatoria tras una bochornosa actuación de todos los jugadores zaragocistas, que perdieron en la tanda de penaltis. El golpe de guillotina se lo llevó el técnico, que fue destituido pocos días después tras otra derrota en Liga en el Carlos Tartiere.

Un año después, en calidad de campeón de Copa, volvió a las andadas, aunque esta vez superó el listón frente al modesto Silkeborg danés. Con Rojo al mando de nuevo, el Real Zaragoza no pudo pasar del empate sin goles contra el Servette suizo y lo dejó todo para el choque de vuelta. En Ginebra, un gol de Oruma en la recta final (m.87) dejó en banca rota las ilusiones de un Real Zaragoza que empezó un espectacular descenso a los infiernos en todos los frentes, eslalon iniciado con la eliminación de la Copa del Rey ante el Logroñés, que militaba en Segunda B.

Hay que lavarse en la cara en una competición en la que el Real Zaragoza se ganó un prestigió con los Magníficos , poco después de vivir su primera experiencia y acer ante al Roma (62-63). El club aragonés se adjudicó la Copa de Ferias en 1964 al dejar en la cuneta a Iraklis, Lausana, Juventus, Lieja y Valencia en la final. Dos ejercicios después, en 1966, perdió el título a manos del Bar§a antes de noquear a Shamrock Rovers, Hearts, Dunfermline y Leeds. En esta semifinal con el equipo inglés, resuelta a tres partidos, los Magníficos elevaron su leyenda a la cima. Resolvieron la contienda en Leeds, con el campo nevado, gracias a un 1-3 memorable que hizo que la afición del equipo inglés solicitara al final del encuentro la presencia del Zaragoza para aplaudir su exhibición.

Viejos conocidos

El Ferencvaros y el Newcastle, posibles adversarios también en esta edición, tumbaron a los aragoneses en las campañas 67-68 y 68-69, respectivamente. Borussia Moenchengladbach (74-75), Inter de Bratislava (en la primera ronda de la 75-76), Hamburgo (89-90) y Borussia Dortmund (92-93) fueron los verdugos más o menos ilustres del Real Zaragoza antes de sus últimas manchas. Para eso jugará el equipo de Víctor, para borrarlas.