«La fortuna de La Romareda es que solo me quedan dos partidos aquí». La frase, pronunciada dos veces por César Láinez tras el choque ante el Rayo, tras el enésimo golpe en el tramo final y con un decepcionante empate, reveló a las claras el estado del técnico, pero también su carácter, su sinceridad vengan bien o mal dadas. Unos días después, el entrenador no se arrepiente de lo que dijo: «Cuando uno dice las cosas es porque las siente. La Romareda quiere un equipo vertical, que domine y sea superior a los rivales en casa y yo no lo he conseguido. Si no lo consigo, mejor que venga otro y a ver si lo logra».

Ese enfado hizo que Láinez fuera arropado de forma pública por el director deportivo, Lalo Arantegui, en alguno de los entrenamientos de esta semana. «Lalo hacía mucho tiempo que no me veía en el estado Láinez y a Miguel (en alusión a Miguel Gay, jefe de prensa) lo he tenido también asustado toda la semana. Ni me voy a colgar en la ducha ni nada, pero mi forma de ser es así», añadió.

Con Natxo González como el elegido para tomar las riendas del equipo desde marzo, Láinez ya avisó a su llegada que su estancia se reducía a este final de temporada para salvar al equipo y que después volvería al fútbol formativo. En concreto, al filial, con una renovación de su contrato, que acaba en junio. «Estoy bien y más espero estar aún el domingo. Me senté hace diez jornadas y dije que mi objetivo era llegar a 50 puntos y salvar al Zaragoza. Estoy solo a uno y no sé si la plantilla quiere que me cueste la vida, porque me está alargando más esa meta. Si se consigue, va a ser mi mayor premio con el Zaragoza, porque si un día logra este equipo más cosas será porque Raúl (Jardiel), David (Madurga) y César se metieron en esta vorágine», dijo Láinez acordándose de sus ayudantes.

CLARO DESGASTE

Zaragozano y zaragocista, a Láinez no le pillado por sorpresa el peso que ha tenido que soportar estos meses. Y, aunque ya lo intuía, eso no implica que se haya hecho más llevadero: «Desgasta tanto porque tienes la responsabilidad que yo he aceptado partido a partido. Esto consume, mucho más si eres de aquí, de casa. He ido esta semana a comprar y he tenido que dejar la compra e irme porque no podía desconectar. Es difícil, porque el Zaragoza es de todos, se vive a diario. Mucho más aún si eres de aquí, pero también cualquier entrenador que viene se da cuenta de que es distinto a cualquier equipo de Segunda, por la afición, el club y todo lo que conlleva ese banquillo», concluyó el técnico.