"Este año no habrá que perderse ni un partido. Esto parece que promete". Una voz anónima, a la salida del estadio, sintetizaba el sentimiento sincero de una grada devota en un proyecto que acaba de arrancar pero que ya le apasiona. No son sólo palabras gratuitas, ni frágiles promesas que se las lleva el viento, son hechos materializados en una Supercopa y en una victoria en el inicio de Liga que engorda el espíritu de grandeza de su equipo. Los temores tras el gol de José Antonio se diluyeron con la rápida respuesta del pichichi Ilvaro y se convirtieron en una fiesta con las dos estocadas brasileñas de la segunda parte. La grada, siempre fiel, presente en los malos y los buenos momentos, terminó sonriendo, elevando los brazos al cielo, cerrando el puño con fuerza, suspirando de alivio y mirando hacia un horizonte esperanzador. La ola final refrescó en una tarde calurosa a toda La Romareda y fue el epílogo de un regreso perfecto.

Todo terminó como empezó. Gritos de campeones, campeones acompañaron al equipo a su llegada, con la Supercopa bajo el brazo, y a su salida victoriosa. Pero el final feliz no se presagió en el inicio titubeante del equipo, aprovechado por el Getafe para hacer temblar a toda La Romareda y llevar a la gloria al centenar de aficionados azulones que viajaron desde Madrid para contemplar el debut de su equipo en Primera. "Ya verás. Estos equipos humildes siempre se nos han dado mal", lamentaba un seguidor pocos segundos antes de que Ilvaro nivelara la contienda.

Debate en tribuna

La Romareda recuperó la fragancia a puro y sabor a bocata de cada domingo. El ambiente era el de otra tarde de fútbol, rescatando la tradición perdida, pero no olvidada, durante el verano. Y como marca la norma del buen aficionado no faltaron las comentarios y las primeras críticas de la temporada. "Galletti, pegate a la banda", espetaba uno desde el gol sur. "Movilla, tocala, tocala...", lanzaba otro en tribuna. El peor parado era Javi Moreno. "Parece que juega con alpargatas", bromeaba un tercer aficionado. "Víctor cambialo. Mete a Cani", pedía su amigo de butaca.

Pero todas las miradas se centraban en el 26 , en el jovencito Zapater que debutaba en Primera con el Zaragoza tras su bautismo dorado en la Supercopa. Al se llevó la mayor afición cuando se nombró su nombre y fue el que más aplausos recibió cuando se retiró. Incluso los más exigentes terminaron cediendo. "Es muy joven para jugar como titular", comentaba un aficionado en la primera parte. Como si escuchara sus palabras, en ese momento, Zapater robó con rabia una pelota que había perdido, la controló y orientó la jugada hacia Galletti. El clamor fue unánime. "¿Qué decías? Ves como no tienes razón", respondió señalando al campo un amigo del crítico.

Un tributo a ´YordiGol´

La Romareda también tuvo un recuerdo para un antiguo guerrero. El retorno de Yordi no pasó inapercibido. En su retirada, la grada le otorgó un gran aplauso como reconocimiento a sus siete años como zaragocista. Fue el único momento para la nostalgia, porque, ayer, lo que quería La Romareda era olvidar la angustia del pasado y soñar desde la prudencia con un futuro mejor que siente muy cerca.